Revista Religión
Un tribunal alemán penaliza la circuncisión, mientras musulmanes y judíos defienden su libertad de culto y la sociedad debate sobre los límites de la libertad religiosa frente a otros derechos fundamentales.
Conocida como “Brit Milá” en hebreo o como “Tahara” en árabe, la práctica de la circuncisión tiene su origen en el antiguo Egipto hace más de 3.000 años. Fue asumida como ritual por los pueblos semitas, mucho antes del surgimiento de las tres grandes religiones contemporáneas. Y se practica en todo el mundo hoy día, especialmente entre las comunidades judía y musulmana.Para los varones judíos se trata de un rito de “comunión con Dios” que tiene lugar al octavo día de nacidos. Entre los musulmanes, aparece más bien como una costumbre u obligación religiosa, puede aplicarse durante los primeros días de nacidos o en años posteriores (antes de la pubertad) y se le atribuye además una función higiénica, de protección contra enfermedades.
En Alemania, la pasada semana, el tribunal estadual de Colonia ha equiparado esta práctica con una figura penal: se trata de una “lesión corporal” y, por tanto, de una violación de las leyes vigentes en el país, dictaminaron los jueces. Un médico demandado fue declarado inocente, pero sólo porque hasta el momento no existía claridad legal en torno al tema. Una semana después, el debate no cesa. Creyentes y/o ciudadanos
Los niños musulmanes suelen ser circuncidados más tarde, antes de la pubertad. La decisión pone en duda que el deseo y la autorización de los padres, basados en motivos religiosos y amparados en su autoridad parental, basten para que la circuncisión sea legal. “No”, no basta con el argumento de que la acogida simbólica en una comunidad religiosa, basada en esta intervención quirúrgica, garantiza el bienestar del niño, opina Holm Putzke, jurista y profesor de la Universidad de Passau. La libertad religiosa y de culto están constitucionalmente protegidas en Alemania, pero tienen sus límites justo donde chocan con otras libertades fundamentales como el derecho a la “integridad física”. Éste se daña de forma “irreparable” por una circuncisión, a no ser que un adulto decida por sí mismo someterse a ella, consideraron los juristas de Colonia. El fallo pide a las comunidades judía y musulmana nada menos que una comprensión secular de sus religiones pues, desde el punto de vista religioso, “un creyente no es equiparable a un ciudadano que elige libremente su religión”, comenta la periodista Isolde Charim, en el diario Tageszeitung. "Ello supondría que el devenido creyente ya era alguien antes " de su comunión con Dios, agrega. ¿Hacia el debate intrarreligioso para actualizar el ritual? Para Christoph Türcke, profesor de filosofía y teología evangélica en Leipzig, la eliminación del prepucio del recién nacido varón representa un “ritual arcaico”, claramente referido en el Antiguo Testamento como símbolo de la comunión de Dios con su pueblo. Sin embargo, en el caso de cristianismo, “el bautizo, la señal de pertenencia a la comunidad a través de la inmersión en el agua bendita, se impuso sobre la circuncisión”, explica. En el Corán, sin embargo, no aparece referencia alguna a la circuncisión. Sólo se le menciona en la Sunnah, un texto preislámico que recoge tradiciones, costumbres y normas de los pueblos de origen árabe. En las religiones monoteístas, la circuncisión se aplica solamente a los varones, a diferencia de lo que ocurre en algunas religiones politeístas africanas, que practican la ablación de clítoris o mutilación genital femenina. “De todos modos, debería ser la comunidad religiosa la que decida sobre la posibilidad de una adecuación contemporánea del ritual”, opina Türcke. Si la prohibición legal se hiciera efectiva, sería como si en un país islámico se prohibiese el bautizo, compara. El presidente del Consejo Judío de Alemania, Dieter Graumann, ha dicho incluso que la vida judía en Alemania sería "prácticamente imposible" si el fallo de Colonia se impone, pues estaría “empujada a la ilegalidad”. “Las personas se enfrentarían a un conflicto de conciencia por no poder cumplir con una obligación religiosa”, concuerda Ali Kizilkaya, del Consejo de Coordinación de los Musulmanes en Alemania. También la Conferencia Episcopal alemana ha criticado el fallo. ¿O de vuelta a prácticas arcaicas?
¿De las manos del médico a las del carnicero? El debate jurídico no debería llevar a generar dudas sobre la tolerancia religiosa en Alemania, ha advertido el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle. Un acercamiento entre defensores y detractores de la circuncisión sería posible, teóricamente, con un retraso del ritual hasta la mayoría de edad, con la decisión consciente de los involucrados. Pero ya el presidente del Consejo Judío de Alemania se ha negado a valorar la opción. Desde el punto de vista médico, sin embargo, se considera menores la percepción del dolor y el riesgo de formación de cicatrices en edades tempranas. ¿Las consecuencias? “Tendríamos que hacer las circuncisiones en el extranjero”, advierte el rabino Aharon Ran Vernikovsky. Técnicamente el problema tendría solución en Holanda, Dinamarca o Bélgica. Pero las tradiciones no se cambian por decreto. Si la práctica de la circuncisión se criminaliza, lo más probable, escribe alarmada la periodista Isolde Charim, es que “los bebés reciban tres gotas de vino tinto en vez de anestesia local y, en vez de en manos de un médico, se hallen de nuevo en las mismas manos que antes: las del carnicero”. Autores: U. Hummel / M. Gessat / R. Muñoz Lima Editor: José Ospina Valencia Fuentes: DW