Cisne negro es una película que, al igual que su personaje principal, va evolucionando a lo largo de su metraje. Lo que en un principio podría ser un drama sobre una bailarina y su lucha por convertirse en la estrella del nuevo espectáculo de su compañía, con todo el esfuerzo y sacrificios que ello conlleva, hacia su parte mitad muta en una especie de thriller psicológico en el que la protagonista se siente indefensa ante los acontecimientos que van sucediendo a su alrededor, incapaz de discernir entre lo real de meras imaginaciones, para concluir la función con una media hora final, excepcional, en el que la cinta termina pasándose de forma definitiva, e irremediable, al género del terror donde los fantasmas propios y ajenos acechan a una Natalie Portman en estado de gracia. Nina es bailarina de una compañía de ballet que acaba de despedir a la que, hasta la fecha, era su gran estrella. Cuando el director trate de poner en marcha una nueva versión de el clásico de Tchaikovsky “El lago de los cisnes” será la gran oportunidad que estaba esperando para que su carrera despegue de forma definitiva. Lógicamente, hacerse con el papel principal de la obra no resultará una tarea sencilla. La obra está protagonizada por dos hermanas gemelas, una buena, el cisne blanco, y la otra malvada, el cisne negro, y el director de coreografía está empeñado en que ambos papeles estén interpretados por la misma bailarina. Nina es delicada, tierna y de rostro angelical, lo que la convierte en un perfecto cisne blanco, pero, sin embargo, se muestra incapaz de sacar a relucir su lado oscuro, esencial para encarnar al cisne negro.
No obstante, conseguir el papel lo es todo para Nina, quien ha sacrificado gran parte de su vida para llegar hasta lo más alto. No tiene ningún tipo de vida social, su dieta alimenticia y hábitos a la hora de ir al baño son, cuanto menos, desaconsejables, y todavía sigue viviendo con su madre, una antigua bailarina frustrada que dejó de perseguir su sueño después de quedarse embarazada, quien intenta realizarse a través de su hija, a quien sigue tratando como si todavía fuera una niña de diez años. Son tantas las ansias de Nina de hacerse con el papel que su comportamiento empezará a volverse más errante, algo que se irá acentuando cuando aparezca en escena Lily, una nueva bailarina a quien verá como una rival directa para hacerse con su puesto. Demasiados cisnes en un mismo gallinero. Película dirigida por Darren Aronofsky, que sigue empeñado en seguir a sus actores cámara en mano cual guardaespaldas implacable aunque, en esta ocasión, mostrando en su dirección una mayor delicadeza en sus imágenes que en su anterior El luchador. Supondremos que la ocasión lo merecía. Entre los actores encontramos a una Natalie Portman que, directamente, está que se sale, ya no solo por haber aprendido a dar el pego en cuanto a la danza sino, especialmente, en su desgarradora interpretación. Junto a ella encontramos a Mila Kunis (El libro de Eli o la serie Aquellos maravillosos '70) quien parece despegar definitivamente como actriz de futuro, que interpreta a la rival de la Portman para el papel principal; al francés Vincent Cassel, que encarna al expeditivo director de la obra; y a la recuperada y fugaz Winona Ryder como la estrella veterana de la compañía a quien no le sienta demasiado bien su forzado relevo generacional. La película empieza pareciendo el negativo fotográfico del anterior trabajo de Aronofsky. Mientras que en El luchador nos hablaba de un rudo, aunque artístico, espectáculo protagonizado por voluminosos caballeretes que se daban cera ante el público pero entre los cuales existía un gran compañerismo fuera de los flashes, en Cisne negro nos aproximamos al competitivo mundo de la danza, en el que unas delicadas muchachas, de gráciles movimientos ante los focos, se lanzan cuchillos, y gran parte de la cubertería, nada más bajarse del escenario. En ese sentido debo reconocer que el arranque del film me dejó bastante indiferente y lo único que llegó a llamar mi atención fue la enfermiza relación existente entre la hija y su madre.
A medida que la película avanza, la trama y su protagonista se van corrompiendo más y más y la cosa empezó a atraparme al ir envolviéndose el film de una apariencia de thriller malsano, acentuado todo ello con la entrada en escena de misteriosos personajes. El único punto débil de esta parte de la película es la aparición de un punto erótico-festivo que, lamento reconocer, no acabé de entender, como si de pronto todos los personajes de la cinta empezaran a tener una sorprendente fijación por la entrepierna de la Portman (ella misma incluida). Realmente no les puedo culpar, pero no creo que aporte mucho a la cinta. La película termina concluyendo con una brillante y desbocada media hora final, en el que el terror y la oscuridad se hacen definitivamente con las riendas de la trama, atrapándome por completo, rendido a éste Cisne negro. Resumiendo: Gran película que va constantemente a más hasta llegar a un insano clímax final que termina resultando la autentica joya del film, junto a una intratable Natalie Portman.