Hacía mucho que no me ponía a escribir en el blog y no porque no tuviese temas que contar sino porque quizás ninguno de ellos me motivaba a hacerlo; pero después de mi ultimo viaje por Estambul, esto ha cambiado. La ciudad me ha conmovido, esas calles estrechas y empinadas llenas de tiendas a ambos lados con hombres sentados en la puerta esperando que pase algo que les saque de la monotonía en la que parecen vivir, me ha hecho recordar mi antigua afición por escribir mis experiencias en mis viajes.
Lo que en esta entrada os quiero contar es uno de esos sitios que parecen mágicos cuando los ves por primera vez. Esos sitios medio en penumbra que, al entrar a ellos desde un soleado y caluroso día, hacen que tu cuerpo se erice por el frescor que emanan y que los ojos tengan dificultades para adaptarse a esa tenue luz.
La Cisterna Basílica de Estambul o como la llaman los turcos el Yerebatan Sarayı (Palacio Sumergido), o Yerebatan Sarnıcı (Cisterna Sumergida) data del año 532 y fue construida durante el reinado del emperador bizantino Justiniano I.
Junto con este depósito de agua, fueron construidas otras muchas cisternas por toda la ciudad. El motivo que les llevó a los bizantinos a realizar estas construcciones subterráneas era la falta de agua potable dentro de las murallas que rodeaban la ciudad. Durante siglos traían el agua de las fuentes y ríos situados en el bosque de Belgrado, a unos 25 km de distancia, por medio de acueductos los cuales eran destruidos durante los asedios de los enemigos o envenenadas sus aguas para debilitar a la gente que poblaba Estambul en esa época y así ganarles la batalla.
La cisterna es un espacio diáfano de aproximádamente 140 metros de largo por 70 de ancho y 9 de alto que puede llegar a albergar una cantidad de algo más de 80.000 m³ de agua.
Está formada por 336 columnas separadas entre sí algo más de 4.5 metros que sujetan un majestuoso techo abovedado que nada tiene que envidiar a los techos de algunas construcciones de aquella época dedicadas al culto o al ocio. Estas columnas fueron traidas desde distintos templos por eso el que no sean todas iguales.
Y dentro de este bosque de columnas nos encontramos con tres que son distintas a todas las demás. Una es la columna de las lágrimas de una belleza especial y la cual vi en varios sitios en Estambul. Las otras dos tienen el poder de, en vez de dejar petrificados a los turistas que las ven, crear un ansia por fotografiarlas que no es ni normal. Estas dos columnas tienen de especial sus bases de marmol las cuales representan unas cabezas de Medusa. Este monstruo femenino de la mitología griega es fácil de identificar ya que sus cabellos son serpientes que se enredan entre ellas. Uno de los poderes que se le asocian a esta gorgona es el de dejar petrificada a toda persona que la mire directamente a los ojos. Este puede ser uno de los motivos por los que fueron colocadas con distintas orientaciones ya que, como podemos observar una vez allí, una está rotada 90 grados y la otra 180.
Gracias a la restauración que tuvo lugar en la década de los 80's en la cual se sacó todo el lodo acumulado en el fondo de la cisterna, hoy es un lugar para que los turiatas visiten y en el que se realizan eventualemente conciertos.
Para que el paso de tanta gente no afecte a la estructura de la cisterna y los suelos no sufran una erosión que altere esta obra de ingeniería civil con tantos años, se han construido unas pasarelas que nos ayudan a acercarnos hasta el fondo de la cisterna sin alterar a los peces que nadan tan tranquilos por el agua acumulada en el fondo de la misma.
Yo iba con la idea de que localizar la entrada de la cisterna iba a ser difícil porque todo el mundo decía que no se identificaba muy bien el sitio y tal pero es bastante sencillo si primero vas al museo de Santa Sofía. A escasos 50 metros de la salida de éste es donde nos encontramos la entrada de esta obra, en Şeftali Sokak No 6, Fatih.
La parada del tranvía más cercana es Sultanhamet y podemos ir a visitarla cuando queramos ya que abre todos los días de la semana de 9 de la mañana a 6.30 de la tarde facilitando así la organización del horario a los turistas.
Y para terminar el precio. La entrada cuando yo estuve allí eran 10 liras turcas. Este precio puede que varíe con el tiempo como en todas las atracciones turísticas.