Podríamos titular las advertencias del todopoderoso capitalismo catalán a Artur Mas como “Los empresarios catalanes se enfrentan al secesionismo”, pero, en realidad, los patronos de la que fue la región más rica de España no se oponen a la secesión, sino a que esta les cueste tanto dinero e impuestos que ya no les vale la pena.
Nada dijeron contra la deriva secesionista de los últimos tiempos de Convergència i Unió (CiU), el partido de Pujol y de Mas, que anticipó las elecciones autonómicas dos años creyendo que ganaría con mayoría absoluta para lanzar su reto independentista en solitario.
Pero perdió 12 diputados y quedó a 18 de esa mayoría.
Ahora necesita a la radical independentista Ezquerra Republicana (ERC) para avanzar en la secesión, que ha firmado este martes, como hace unos años juró ante notario la no colaboración con el PP, al que después le pidió ayuda, y que este acomplejado partido le prestó pese a sufrir toda suerte de humillaciones.
Los demás partidos independentistas son claramente indeseables: son más antisistema aún que la asamblearia y sovietizante ERC.
De momento parece que el PSC-PSOE y sus 20 diputados no quieren unirse a CiU, como no sea para suicidarse antes, aunque nunca se sabe, y el PP, que sería su aliado natural sin el independentismo, tampoco, aunque igualmente nunca se sabe.
Así que los empresarios catalanes han comenzado a rezongar contra los acuerdos de Mas con ERC, que en medio de esta crisis económica crean nuevos impuestos y más trabas a la vitalidad industrial, que se tienen merecidos.
“Este no es el camino”, y “todo cambio estatutario debe hacerse de acuerdo con la Constitución”, acaba de advertirle a CiU el presidente de Fomento del Trabajo, los grandes patronos catalanes, Joaquim Gay de Montellà, que había estado mudo antes de las elecciones.
Rajoy contempla desde el rellano de la escalera: “Tarde piásteis”, piensa, mientras ve cómo se cuecen en su propia salsa el misticismo independentista y el oportunismo empresarial, y cómo la bandera estelada de ERC que utilizó Artur Mas tiene a CiU estrellada.
Lo malo es que toda esta tragicomedia le hace daño a los españoles, heridos por la crisis.
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SALAS