Revista Cultura y Ocio

Ciudad de Fantasía II

Por Igork
Para crearlas, basta con agitar los recuerdos. La ciudad de fantasía es una construcción mental de todo lo leído, visto e imaginado. Una sopa de piedras con ingredientes propios y ajenos.Y en el libro las ciudades cumplen la función narrativa de ser la expresión de los pueblos o de los gobernantes que las habitan. Así, Vamurta es la representación del poder absoluto encarnado en Ermesenda. Sus enormes teatros, su esplendor, es el de la condesa, la fuerza de sus murallas y palacios también. Por contra, las urbes de las colonias (aparecen a partir de la segunda parte del libro) son conglomerados urbanos más improvisados, pero también más alegres, en sintonía con las mayores libertades de sus habitantes.
«La noche había llevado paz y reposo a las calles, vacías bajo un firmamento resplandeciente. Cerca de la brecha se veían puntos de luz palpitantes, las hogueras que habían encendido los defensores para combatir sus temores de aquella noche sin nubes y dar luz ante posibles incursiones. Ermesenda observaba, triste, aquel mundo que se había levantado con los esfuerzos de muchas generaciones de hombres grises. Miró a los tejados de los templos, al que acudían los hombres a drenar sus culpas, el Gran Teatro donde era agasajada por su nobleza mientras las damas miraban de reojo las piedras que lucían en su escote, las avenidas que cruzaban la ciudad como grandes ríos secos entre la cuadrícula rota de las callejuelas, las mismas avenidas por las que había paseado del brazo del conde bajo las sombras de tilos y limoneros... Un viento áspero atravesó la noche, silbando entre las rendijas de las ventanas, golpeando su frente levantada. Se retiró al interior del salón, al calor de los grandes tapices que cubrían la piedra. Se sentó, un poco cansada, en su silla de tiras de cuero. Hizo llamar a Ulam otra vez, quien tan bien la había servido.» Antigua Vamurta. Capítulo V.


Vamurta, ciudad fantasia

Vamurta Asediada, by Igor

 La colmena-fortaleza de Orcómeno, de un nuevo tipo, materializa el nuevo poder de los murrianos. Y otras ciudades que no menciono, tienen una concordancia con el espíritu de las gentes que las habitan. Dicen que los luteranos construyeron con grandes ventanales para mostrar que no tenían nada que esconder. Pureza de vida pública y privada. Es posible que el clima horrible de esos países también fuera otra razón. Pero algo hay de idas y venidas entre civilizaciones y arquitectura, como lo es en el caso de los árabes y la sobriedad de sus fachadas que contrasta con la exuberancia de sus espacios interiores y jardines.
Imaginar los trazados urbanos, los distintos barrios y plazoletas, las callejuelas y su música y perfumes, la silueta de puertos y atarazanas es un goce. Plasmarlo en papel ya no produce tanto placer. Todo esto, ¿para qué? En “comentarios” del post de Los Pueblos del MarEva Magallanes lo expresa mejor que yo. Dice: «ya voy comprendiendo el desafío... se trata de fundar un mundo completo, con su historia incluida, tan real que se soslaye la ficción, escrita como si, precisamente, de historia se tratase tan ficticia como la literatura ¿verdad?... me parece sumamente atractiva esa propuesta, ambiciosa». Me sorprendió, es exactamente eso. La inconscienda puede con cualquier dificultad.
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