La huella del tiempo. Foto: Sara Gordón
Todas las causas se remontan a efectos anteriores en la historia, en el caso de la ciudad encantada su formación comenzó hace 90 millones de años. Imaginaros este lugar cubierto por un mar llamado Thetis, sus aguas tranquilas permitieron que las sales se fueran depositando en su lecho. No hay mejor escultor que el tiempo. El viento, el hielo y el agua fueron erosionando la piedra hasta modelar el paisaje que hoy vemos.
La Ciudad Encantada fue declarada Sitio Natural de Interés Nacional el 11 de junio de 1929. Foto: Sara Gordón
A parte de la singular belleza que suponen estas enormes rocas calizas con formas caprichosas, la ciudad encantada es todo un ejercicio de imaginación. La visita te lleva a ver la lucha de un cocodrilo contra un elefante, a un perro gigante o a una tortuga pero caminando despacio y observando las formas puedes encontrar parecidos razonables en cada roca.
Podría ser la trompa de un elefante, o un puente de piedra… Foto: Sara Gordón
Parece que la tierra nos ha querido dejar un recuerdo de ese mar que nadie conoció, en hilera se irguen ante los visitantes unos enormes barcos de piedra que parecen esperar en un puerto abandonado. Muy cerca de los barcos se extiende el mar de piedra lleno de fósiles atrapados para siempre en la piedra caliza. El agua convertida en piedra, el barco que no puede navegar y espera incansable una era mejor. “Dice la leyenda que los barcos atracados en un puerto desolado, han emprendido una aventura digna de una ciudad ciclópea, avanzando un milímetro cada año hacia el mar de piedra, ansioso de ser navegado. Entonces correrán hacia el océano final…” (Raúl Torres, 1956)
¿No ves el mar que hubo? Foto: Sara Gordón
Un convento imaginado esculpido en piedra. Foto: Sara Gordón
“Cuenta la leyenda que Viriato, famoso lusitano que luchó contra la invasión romana, en sus correrías, se escondió y tuvo su cuartel general en los vericuetos de la Ciudad Encantada. Impresionado por la desafiante roca con forma de esfinge, la eligió para ser incinerado en ella. Justo en ese lugar fue traicionado y asesinado. La leyenda dice que en ocasiones se puede ver la imagen de la ceremonia a lo lejos y el murmullo de las danzas de los guerreros en su honor.”
El sorprendente equilibrio del Tormo te da la bienvenida al paraje natural. Foto: Sara Gordón
La serranía de Cuenca es un tesoro verde que esconde lugares ajenos a la mano del hombre. Dice la tradición popular que el mismísimo diablo acudió a estos lugares para construirse un alta donde hacer sus ritos satánicos, es el ahora conocido como mirador Ventano del Diablo. Desde su altura vemos el serpenteante discurrir de las aguas verdeazuladas del rio Júcar y el cañón que su erosión ha formado.
A unos 36 kilómetros de Cuenca y muy cerquita de la carretera. Foto: Sara Gordón
Vistas desde el mirador. Foto: Sara Gordón
De las profundidades de una cueva nace el río Cuervo para bifurcarse en mil regueros que se despeñan formando una cascada de hilos blancos. El nacimiento del río Cuervo tiene un nombre evocador de fenómeno natural y animal. Es importante visitar el lugar en primavera o invierno porque sino apenas corre agua pero la ruta que parte de este punto hace que merezca la pena acércate hasta allí.
Un frondoso pinar envuelve el paseo que te acompaña hasta el nacimiento del río Cuervo. Foto: Sara Gordón
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