A mis padres,
Una fuerza misteriosa a la que no puedo resistir comienza a arrastrarme. Primero por el rellano de los primeros cuadros de mi infancia, luego hasta un viejo ascensor. Y ahí, encajonado, veo mis piernas ahora amarillentas y también decaídas. Con sorprendente entereza respiro hondo ante lo que parece ser el momento final de mi existencia, cuando la cabina aceleradamente me estrellará contra la nada.
Sin embargo, como un milagro de la mecánica, comienza a elevarse hasta llevarme a lo alto de la ciudad que se me muestra resplandeciente. La ciudad entera, con sus avenidas de neones, sus gentes besándose en los parques, su tráfico refulgente, se muestra intacta por una vez, a una mirada que ya solo sabe mirar amorosamente. Incluso los colores dañados y la suciedad de los rincones tienen lugar en mi corazón.
Y veo a quienes más he querido, y descender con ellos, y dándome la mano reír como la primera vez, antes de que el juicio y el deseo mancillaran el camino.
Pero cuando apenas les dejo en su casa, reparo que he de llegar a la mía y desandar lo andado.
Sueño de la Noche del 13 de Septiembre