Revista Historia
Corría el año 1943, las tropas aliadas planeaban un desembarco en Sicilia, los nazis lo sabían y protegían la isla con una elevada concentración de fuerzas militares y material bélico. En esta situación el éxito del desembarco quedaba fuertemente comprometido, tanto que se aconsejaba no efectuarlo. Ante este problema los servicios secretos británicos idean una estrategia para engañar a los alemanes. Se hacen con el cadáver de un vagabundo anónimo y lo visten de oficial británico, en los bolsillos de su uniforme colocan credenciales, documentos de identidad, cartas de alto secreto, recibos de lavandería e incluso una carta de amor de una falsa prometida, a ello unen abundante documentación (falsa) que pone de manifiesto la intención de los aliados de no desembarcar en Sicilia tal y como estaba planeado, trasladando el desembarco a Grecia y Cerdeña. Así vestido y documentado, el muerto es arrojado al mar en las proximidades de Punta Umbria (Huelva), lugar donde es encontrado por un pescador de "El Portil" junto a lo que queda de una pequeña lancha neumática. Ni que decir tiene que las autoridades españolas inmediatamente informan del hallazgo a los alemanes. Los nazis acaban por creerse el montaje y proceden a retiras fuerzas militares de Sicilia para enviarlas a Grecia y Cerdeña. Finalmente los aliados desembarcan en Sicilia y con gran éxito. Hechos reales que forman parte principal del guión de una excelente película estrenada en 1956: El hombre que nunca existió (The man who never was), cuyo visionado recomiendo.
Sin necesidad de hacer grandes alardes de imaginación encontraremos ciertas similitudes entre la estrategia aliada para engañar a los alemanes y la utilizada por el Partido Popular para engañar a los españoles, solo que en el caso de Rajoy en lugar de arrojar al mar el cadáver de una persona con identidad y planes falsos, lo que ha hecho ha sido utilizar un falso partido para atraer la atención de sus rivales politicos, condensar en el la pérdida de votos hacia el centro y finalmente ponerlo sin miramientos a sus órdenes. La estrategia le ha funcionado a Rajoy casi a la perfección, y digo casi por la sencilla razón de que los planes de Rajoy eran conseguir sumar junto a C's los mismos votos que en 2011 le dieron la mayoría absoluta. Todo, hasta la alianza de C's con el PSOE, estaba diseñado para el engaño y mandar al PSOE a una posición residual dentro de la política española. Rajoy y Rivera, Rivera y Rajoy (son la misma cosa) habrían conseguido así cargarse el bipartidismo para que en la práctica imperase un partido único, para que la derecha gobernase en España sine die.
Ante este panorama al PSOE solo le queda una opción, si es que quiere seguir siendo una fuerza política respetable y con opciones de gobierno, y esa opción es seguir negándose a facilitar con su abstención la investidura de Rajoy, para finalmente exclamar un sonoro NO en las dos sesiones de investidura que nos esperan. Ahora no toca echar cuentas sobre los resultados de unas posibles terceras elecciones, ahora es el momento de demostrar a sus votantes, con hechos, que no están dispuestos a permitir que repita gobierno un partido politico con causas abiertas en los tribunales, una corrupción interna incalculable y siempre creciente y que ha llevado a cabo unas políticas sociales y económicas que han hecho retroceder 40 años los derechos de los españoles de a pie, unos españoles que, además, suponen el 100% de sus votantes.
Benito Sacaluga