Este año que acaba dejará para la historia política española dos fenómenos nuevos que rompen los equilibrios de la sospechosa derecha del PP, la izquierda aturdida del PSOE e IU, el centroizquierda de UPyD, y los fuertes nacionalismos catalán y vasco.
En 2014 aparecieron por primera vez en las elecciones europeas Podemos, una ultraizquierda resentida que se disfraza de oveja al estilo de Chávez y el primer Fidel, y el centroizquierda de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, concebido ya en 2005, primero sólo en Cataluña, para oponerse al agobiante nacionalismo.
UPyD, creado en el País Vasco en 2007 alrededor de los demócratas anti-ETA y contra el silencio del PNV, extendido a escala española tiene casi igual pensamiento constitucionalista que Ciudadanos.
Pero no han llegado a un acuerdo de fusión y/o colaboración, lo que debilita a ambas formaciones, aunque parece que más a la liderada por Rosa Díez, a la que están abandonando destacados militantes.
Entre tanto, y con enorme apoyo mediático masoquista y autodestructivo, Podemos aparecía para lograr cinco eurodiputados en las elecciones europeas de mayo de 2014.
Ciudadanos conseguía tres de golpe, mientras que UPyD pasaba de uno a cuatro, dos de los cuales se enfrentaron en los últimos meses al partido al pedir públicamente aliarse con su casi gemelo catalán.
Parece que parte de la militancia y, sobre todo, de los simpatizantes de UPyD, se acercan a Ciudadanos, cuyo líder de 35 años de edad, Albert Rivera, es un brillante orador de ideas claras que podría provocar un revolcón electoral si tuviera igual apoyo de los medios que el pequeño Pablo, el comandante Chávez de Podemos.
Aun así, diferentes sondeos auguran un enorme futuro a Ciudadanos, cimentado en buena parte en la militancia socialista que ve en él el constitucionalismo perdido por el PSOE tras Felipe González.
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SALAS