Revista Opinión

Ciudadanos inocentes y políticos depredadores

Publicado el 10 junio 2014 por Franky
La inocencia y la estupidez del ciudadano en España son inmensas. Votamos, apoyamos y hasta admiramos a políticos que son nuestros verdugos y los culpables del desastre español, gente incapaz de pedir perdón o de dimitir a pesar de que han conducido a la nación hasta el desempleo masivo, la pobreza y el fracaso. --- Ciudadanos inocentes y políticos depredadores Los ciudadanos somos de una inocencia que roza la estupidez. Votamos a nuestros verdugos y depositamos la confianza y el poder en quienes nos explotan, esquilman y nos consideran enemigos potenciales. Los ciudadanos estamos indefensos frente a partidos organizados y con objetivos claros de poder y dominio. Nosotros pensamos en el buen gobierno y en administraciones justas, pero ellos solo piensan en poder, ventajas y privilegios. Goliat destroza a David cada día, sin que David se de cuenta de que está siendo atacado. El espectáculo del ciudadano vapuleado por el Estado depredador, manejado por una casta política que ya ha perdido la decencia y que no tiene regeneración posible, es dramático y ridículo. Es una pelea desigual donde sólo una parte sabe que esta luchando, mientras la otra, idiotizada y cargada de inocencia, sigue soñando en un futuro mejor que nunca llegará porque los que deberían traerlo lo impiden con todas sus fuerzas.

La inocencia y la confusión, alimentada por el poder a través de las televisiones, los intelectuales comprados y los mensajes engañosos que repiten los políticos y los medios sometidos, roza la estupidez. Vivimos en un mundo que no existe en el que tratamos como amigos a los enemigos y respetando un poder y unas instituciones que ya son claramente hostiles al ciudadano.

Nosotros creemos que nos sirven y que luchan contra la crisis, pero el principal objetivo de ellos es mantenerse en el poder y en los privilegios y para lograrlo nos embrutecen, aniquilan el concepto de libre ciudadanía y nos convierten en un torpe rebaño, atemorizado y fácil de gobernar.

Ni siquiera advertimos que nuestros derechos están siendo aniquilados y que lo que llamamos democracia es una gran mentira que envuelve a una vulgar dictadura de inmorales y sátrapas.

Creemos que nuestros progresivo hundimiento se debe a la crisis económica, sin advertir que es la consecuencia del despilfarro, del acoso a los ciudadanos y empresas y de que los corruptos atrincherados en el poder nos asfixian con impuestos, burocracia y obstáculos de todo tipo, que nos conducen hacia el fracaso y la pobreza.

La lucha contra el ciudadano es en España de una crueldad impresionante e inédita en ningún otro país avanzado. Los poderosos han perdido el miedo al castigo y se han dedicado a esquilmar el Estado y la sociedad, seguros de que la Justicia no les llevará a la cárcel. Tampoco temen el castigo de un Dios en el que no creen y se han olvidado de la biblia, que les amenaza con fuego, o de la Divina Comedia de Dante, donde describe a los políticos en el infierno, sumergidos en ríos de resina hirviente.

Los poderosos han perdido la fe, no respetan las leyes y carecen de conciencia y miedo. Han convertido al ciudadano, al que deberían ayudar y servir, en su enemigo y su presa. Por su parte, los ciudadanos, patéticos, ni siquiera saben que son las víctimas y siguen votando en las urnas a sus verdugos, exhibiendo una inocencia tan ridícula como temeraria.

La situación es tan confusa y degradada que algunos identifican estos tiempos con el fin del mundo que describe el Apocalipsis, con los tiempos de dolor, injusticia y confusión que preceden a la aparición del Anticristo, tiempos terribles en el que los buenos parecen malos y los malos se hacen pasar por buenos.

Ni siquiera percibimos las estrategias malvadas y perversas de un poder que debería ser ejemplar y decente. El principal objetivo de los poderosos es empujar a los que protestan por la injusticia hacia la violencia. Gran parte de los activistas que envenenan las protestas y radicalizan las manifestaciones pacíficas son policías y agentes secretos pagados para que lo que es razonable y cívico se torne violento y descontrolado. Frente a la violencia, el poder se carga de razón y lanza a sus doberman contra el pueblo, armados con pelotas de goma y porras.

En Voto en Blanco sabemos que a veces contamos verdades terribles y desmoralizadoras, como las antes descritas, pero la verdad es nuestro faro y esa verdad siempre es menos dolorosa y mas sana que la mentira y el abuso de poder que sufrimos. El mayor problemas de los ciudadanos es que desconocen que están librando una guerra de supervivencia con un poder que se ha llenado de iniquidad. Estamos a punto de perder esa batalla y apenas nos quedan defensas y fortalezas, pero hay millones de borregos confundidos que siguen acudiendo a las urnas para coronar con poder y dinero a los verdugos.

El "espectáculo" es insoportablemente inocente y ridículo.

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