El partido político Ciudadanos está impulsando una normativa que obligue a los profesionales sanitarios a denunciar la denominada “pseudociencia”. La loable propuesta tiene un problema de raíz y es que no está pensada para profundizar en la corrupción de la Medicina a manos de la pseudociencia industrializada. Lo analizamos.
Explica la Wikipedia (que es poco sospechosa de ser pseudocientífica) que pseudociencia o seudociencia (“falsa ciencia”) es
aquella afirmación, creencia o práctica que es presentada incorrectamente como científica, pero que no sigue un método científico válido, no puede ser comprobada de forma fiable, o carece de estatus científico”.
El término pseudocientífico a menudo se considera inherentemente peyorativo, debido a que sugiere que algo es presentado vaga o incluso embusteramente como ciencia cuando no lo es. Lo escriben en Wikipedia y así es.
El responsable de Sanidad de Ciudadanos está impulsando una Proposición No de Ley ( PNL) en el Congreso de los diputados para que los profesionales sanitarios denuncien las supuestas “pseudociencias”.
Resulta paradójico también que ese concepto peyorativo suele utilizarse como cajón de sastre de todo lo que no nos gusta o no nos conviene o nos puede hacer sombra.
Escribo esto porque en numerosas ocasiones podemos ver cómo se aplica el calificativo a terapias naturales mezclándolas no sin cierta “mala leche” con otro tipo de prácticas o fenómenos extraños.
Parece que hay un mensaje que dar y es que medicina sólo hay una, está basada en pruebas (evidencias dicen los anglosajones) y es pura ciencia y como ha sido ungida por los dioses así no hay crítica que hacéserle pueda. Pero nada más lejos de la realidad.
Medicina es todo aquello que vale a las personas y dentro de lo que se conoce como medicina digamos convencional (con todos mis respetos), la normal, la que todos conocemos, también hay mucho grano que separar de mucha paja; hay mucha pero que mucha pseudociencia en la llamada pomposamente “medicina científica” que, escrito sea de paso, es desde luego a la que debemos tender, a que toda intervención sanitaria esté basada en pruebas de su necesidad, eficacia y seguridad, faltaría menos.
Ciudadanos dicen que lo que quieren es un control de la mala praxis pero no parece muy inteligente pretender que sea el personal sanitario el encargado de ese control de mala praxis. Sería lo ideal, como que los periodistas controlásemos la mala praxis periodística aunque parece bastante irreal tal y como están las cosas hoy.
De hecho Ciudadanos podía haber empezado haciendo amigos y no usando un término que anima a la estigmatización al calificar de pseudociencia aquello que hay que “perseguir”. Hay un rollo muy “Trumpetero” en todo esto, muy represivo, vaya.
El partido naranja quiere que los profesionales sanitarios estén obligados a comunicar a las autoridades legales pertinentes (fiscalía o juzgado de guardia) las prácticas llevadas a cabo por profesionales, titulados o no titulados que, alejadas de la evidencia científica, pudieran causar un perjuicio real en la salud directa de sus pacientes.
No, si la idea es buena. Yo aprovecharía para citar toda la superchería y pseudoeciencia que hay en la medicina convencional. Por ejemplo, la semana pasada publiqué sobre Alejandro, que murió con poco más de tres años y sus familiares sospechan de la vacuna de la varicela Varivax pues se la pusieron al mediodía y el niño falleció de madrugada.
Un juez investiga si el pequeño Alejandro murió por la vacuna de la varicela.
Un juez investiga ahora si hay relación entre la inmunización del pequeño y su fallecimiento. Pero no podemos olvidar que la muerte de Alejandro tiene un contexto claro: la exitosa campaña de lobby que el fabricante de ese tratamiento ha llevado a cabo para ampliar su mercado a la infancia SIN EVIDENCIAS CIENTÍFICAS pues hasta hace muy poco esa vacuna se recomendaba, con evidencias científicas, a partir de los doce años si no se había pasado la enfermedad de manera natural.
Y sin salir del ámbito de las vacunas también hemos conocido la sentencia por la muerte de Andrea, la chica asturiana que murió tras recibir la segunda dosis de la inmunización contra el papiloma.
A nadie se le ocurrió que vacunar a una chica asmática pudiera causarle la muerte. Pero es que en casi ningún centro de vacunaciones de nuestro país se toman esas precauciones, si ni siquiera se presenta un consentimiento informado a quienes deseen inmunizarse o a sus familiares.
Hay dejadez, mala praxis y pseudociencia en todo el ámbito sanitario. Y así lo advierten numerosos profesionales críticos. Algunos especialistas independientes van más lejos, como John P. A. Ioannidis.
Éste ha publicado un contundente artículo en la revista médica Plos Medicine cuyas conclusiones revelan el grado de pseudociencia que hay en la ciencia (mala ciencia) de las industrias sanitarias.
La PNL de Ciudadanos, dicen, es para evitar precisamente la mala praxis, no para crucificar al sector de las terapias naturales. Recuerdo que Cofenat (una asociación de profesionales) y otros gremios de las llamadas terapias naturales llevan años pidiendo que se regularice el sector como en otros países de Europa pero la industria farmacéutica hace presión para que no se haga a pesar que esos tratamientos y enfoques son permitidas por la ley en España.
Hay pues una guerra de poderes en la “ciencia” y no está tan soterrada como podemos pensar.
Las denominadas terapias naturales no son objeto de persecución alguna por nuestra parte -explican desde Sanidad de Ciudadanos- lo que si denunciamos es el riesgo para la salud que suponen algunas practicas y recomendaciones, a pacientes bajo tratamiento medico, que pueden interferir gravemente con el resultado. Esa es nuestra postura y así la mantendremos independientemente del coste político que pudiera suponernos. Defender a los ciudadanos en situación de debilidad o necesidad, protegerles frente a perjuicios ocasionados por tratamientos no comprobados científicamente y estimular el cumplimiento del estado de derecho”.
El problema no es ese. Si en lo que expone Ciudadanos creo que estamos todos de acuerdo. El asunto es que existe cierta persecución de las llamadas terapias naturales (así en general y de algunas en particular -que también hay que ver si son tan naturales pues me temo que hoy en día hay poco de natural en lo “natural”, que hay mucho marketing también en esto vaya, quiero ser clarito-) en España mientras que la parte más corporativista del gremio médico pretende ocultar la mala praxis médica y farmacéutica.
En realidad, la idea del partido de Rivera es buena pero corta de miras pues parece que sólo apunta a una parte de la medicina, no a todo el conjunto, que está muy viciado por los intereses industriales y es eso a lo que hay que “meterle mano” Ciudadanos.
¿No está convirtiéndose la llamada medicina científica en una pseudociencia? Yo creo que sí, que es evidente. ¿Por qué? Porque hoy la llamada “evidencia científica” es el marketing preferido (y perfecto) de las industrias sanitarias, que lo han despojado de contendido.
El fenómeno de cooptación dialéctica no es nuevo, me recuerda por ejemplo a aquello del “desarrollo sostenible”. Éste comenzó siendo un concepto relacionado con la ecología profunda y su crítica al modelo de producción y consumo capitalista para convertirse en la garantía del lavado verde de cara de las compañías más contaminantes del mundo.
La iatrogenia es la tercera causa de muerte en el mundo hoy porque hemos caído en la trampa de la industria médica de creer que la ciencia es suya, la medicina también y que todo lo que nos ofrece tiene un aval científico.
Hoy las farmacéuticas que tienen a sus espaldas la responsabilidad por la muerte o graves daños causados por sus medicamentos y productos sanitarios (talidomida, Agreal, Vioxx, vacuna del papiloma, Essure) siguen haciendo negocios con “evidencias científicas” y dejando tiradas a sus víctimas.
Una PNL realista y ambiciosa intentaría corregir ese errado rumbo.