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Ciudades de la llanura de Cormac McCarthy

Publicado el 06 diciembre 2010 por Aramys

Ciudades de la llanura de Cormac McCarthy

Todavía tengo el corazón en un puño. Me va a durar esa sensación de haber cerrado un grandísimo libro, una grandísima trilogía, esa sensación que te hace sonreír un poco como un estúpido mientras recuerdas lo que has leído. La tercera parte de la Trilogía de la frontera es tan excepcional como sus dos primeras partes. Y no exagero ni un gramo.

En este tercer volumen McCarthy reúne a los protagonistas de las dos novelas anteriores, John Grady de Todos los hermosos caballos y a Billy Parham, protagonista de En la frontera. Y ya añado que verlos cabalgar juntos es una autentica delicia.

John y Billy trabajan en un tranquilo rancho fronterizo con Mexico, propiedad de Mac, un viejo granjero de actitud tranquila y familiar. John y Billy, junto a Oren, Troy, JC, el viejo Johnson y Socorro, la sirvienta, forman una autentica familia en el rancho; los chicos se dedican al ganado y a los caballos, son auténticos vaqueros, mientras el viejo Johnson, suegro de Mac, cuenta historias sobre tiempos pasados y hombres de carácter heroico. Amen de levantarse alguna noche en calzones largos y deambular por el rancho sin rumbo fijo. Socorro es la sirvienta, cocinera y madre encubierta de todos los chicos.

Ciudades de la llanura se desarrolla con una pasmosa tranquilidad, con una fluidez asombrosa, McCarthy nos mete de lleno en el devenir del rancho, tanto y tan suavemente, que casi no parece una novela de McCarthy; los diálogos son los de McCarthy, esos diálogos cortantes, abruptos, los personajes son los de McCarthy, esos personajes algo fríos, valientes y obstinados, los paisajes son, sin duda, los de McCarthy, esas llanuras polvorientas de las que siempre hablo, esas extensiones imposibles de rocas y desierto, tan silenciosas que hielan la sangre, pero a diferencia de sus dos anteriores partes, Ciudades de la llanura es, sin duda, la menos oscura y cruel de las tres. Tan poco oscura, que casi, no parece una novela de McCarthy.

Pero con McCarthy no se puede bajar la guardia ni un minuto, y eso lo tendríais que haber aprendido ya. Ciudades de la llanura es deliciosa de principio a fin, deliciosa como es leer a McCarthy, con esa literatura gruesa de la que os he hablado, con esas reflexiones escondidas, minimizadas, con esos personajes absolutamente perfectos y esbeltos, bien educados, valientes y heroicos, con esos paisajes increíbles a lomos de un caballo, llenos de polvo y sudor, llenos de hogueras en la noche, charlas, cigarrillos y whiskey. Pero esta novela, pese a sumirnos en un delicioso vaivén de quehaceres diarios de nuestros protagonistas, pese a deslumbrarnos con una imagen casi bucólica de la vida en un rancho, puesto que las tres primeras partes de la novela, son eso, un devenir tranquilo y sosegado de la vida en el rancho, también tiene esa parte oscura y trágica que sabe imprimir McCarthy en todas sus novelas, en todas sus historias, humanas hasta la medula.

John Grady se enamora de Magdalena, una prostituta que trabaja en el White Lake, un burdel que queda en el otro lado de la frontera, en México. Ya conocemos a Grady, un chico obstinado, terco y cabezota, pero leal, honrado y muy noble. Tan noble y cabezota, que se enamora hasta la medula de Magdalena, y decide casarse con ella. Y lo hace como ya nos tiene acostumbrados McCarthy, imprimiendo a Grady ese carácter duro e introspectivo que lo hace un ser solitario, reflexivo, el mismo John Grady héroe que vimos en Todos los hermosos caballos, el mismo John Grady enfrentándose a hazañas imposibles, quiméricas. En este caso Grady se propone comprar a Magdalena al dueño del burdel, Eduardo, que no se lo pondrá por supuesto, nada fácil. Y aquí esta la parte oscura de la novela, mientras la novela trascurre tranquila por un flanco, con John y Billy y los muchachos cuidando del ganado, asistiendo a subastas de caballos, charlando con el viejo Johnson de tiempos pasados y disfrutando de la vida en el rancho, la otra cara de la novela, nos ofrece a un John Grady  embrujado de amor, un John Grady casi fantasmal que acude muchas noches al burdel a ver a Magdalena, sufriendo siempre frío y silencioso; un John Grady que vende caballos y revólveres para conseguir dinero, y que pide favores y consejos a Mac. Esa parte es oscura y de mal presagio. Grady además, arregla con sus propias manos una cabaña abandonada en las montañas, una cabaña que será el nuevo hogar para el y Magdalena. Así McCarthy nos da esa pincelada de autosuficiencia heroica que imprime siempre en sus protagonistas, la imagen de Grady arreglando la cabaña es tierna y dura, metódica, casi épica.

Esta parte oscura llega a su clímax en una pelea a navajas entre Eduardo y Grady, una de las partes mas intensas, dramáticas y conmovedoras de la novela. Otra imagen que me impacto por su fuerza y su belleza transcurre una mañana en que todos los muchachos salen ha cazar unos perros salvajes que han estado atacando a su ganado. La cacería de esos perros si es totalmente épica, bestial, arrolladora por su rapidez y dureza. Al día siguiente, Grady y Billy salen solos a buscar unos cachorros de perros salvajes, y se produce de nuevo una fuerte imagen de heroicidad y de compañerismo, aparece de nuevo ese sello inconfundible de McCarthy.

En esta historia, al verse juntos  nuestros dos protagonistas, es fácil ver sus diferentes caracteres, personalidades. Mientras en novelas separadas, podrían tener caracteres parecidos; duros, obcecados, apasionados y algo suicidas, en Ciudades de la llanura, el rol de Grady se mantiene intacto, mientras que Billy es quien se muestra mas responsable y sensato, advirtiendo a Grady del lío enorme en que se esta metiendo. Sensato, pero amigo sobre todo y ante todo.

La novela se cierra con un epilogo de carácter filosófico, en el que no entrare demasiado por no desvelar nada de la trama final de la novela. Solo decir que una vez mas, a mi entender, y como ya izo en sus dos anteriores partes, McCarthy nos deja esas pinceladas, bíblicas si queréis, reflexivas si preferís, que tan bien muestran el carácter final de la novela, de sus personajes, y porque no de el mismo.

 

Después de leer las tres partes de la trilogía, puedo decir que ninguna es floja ni flojea, las tres, tanto por separado como en su conjunto son una autentica maravilla y una delicia para los que nos gusta y apasiona leer, puedo asegurar sin duda, que es lo mejor que he leído en este año 2010.

Y para terminar, os dejo un inquietante poema que marca el final de esta preciosa novela.

 

Seré el niño que de la mano lleves
Y tú serás yo cuando sea viejo
El mundo se enfría
Se agitan las naciones
Aquí termina la historia
Pasa página.

 



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