Revista Arquitectura
Maunsell Fort. Estuario del Támesis. Imagen: EsacademicHoy en día, toda la tierra que existe en este planeta -esos enormes espacios que se sitúan por encima del nivel del mar- ha sido visitada, escudriñada, utilizada y habitada hasta extremos inverosímiles. Tanto en el pasado como en la actualidad, a nuestra especie la ha movido siempre el ansía de descubrimiento más allá de lo conocido. En el presente solo nos queda una única frontera sin hollar, los vastos océanos que rodean a los continentes.Algunos se están planteando ya ocupar esos enormes espacios vacíos con nuevas plataformas habitadas, ciudades y archipiélagos flotantes. Les mueve la búsqueda de una independencia soñada, casi la insumisión frente a las maquinarias burocráticas de los estados contemporáneos. Es una deriva que habría comenzado hace ya más de 50 años con la ocupación de las áreas próximas a la costa por razones militares y económicas, para ir adentrándose progresivamente en el mar en fechas más recientes. En el futuro se trataría de ocupar las zonas más recónditas de los mares que rodean a nuestros territorios habitados.Hay propuestas muy interesantes al respecto que tratarían de generar nuevos territorios en las zonas centrales de los océanos a base de grandes islas flotantes ancladas o noa los lechos marinos. Según el Art. 87 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar más allá de las 200 millas náuticas que están bajo la jurisdicción de los estados ribereños cualquier estado puede construir islas artificiales.Una primera aproximación para la conformación de islas artificiales construidas ex profeso ha sido ya realizada con éxito en numerosos lugares. Un ejemplo son las islas urbanas situadas en la costa de Dubai, cuyo nacimiento hemos podido contemplar en la última década. Principado de Sealand, proclamado nación independiente en 1967Durante la 2ª Guerra Mundial ya se realizarían algunos intentos para la colonización de las plataformas costeras con construcciones defensivas. En Gran Bretaña, se harían algunos esfuerzos en este sentido, tratando de evitar la invasión alemana de las islas británicas, como evidencian las llamadas Maunsell Forts. Estas fortalezas marinas eran inicialmente pequeñas torres fortificadas construidas sobre estructuras de hormigón. Diseñadas para proteger los estuarios de acceso a los ríos Támesis y Mersey, combatirían el acceso aéreo de la Luftwaffe con la mejor artillería antiaérea disponible entonces. Esas fortificaciones, que serían diseñadas inicialmente por el ingeniero Guy Maunsell y gestionadas por la Royal Navy, evolucionarían hacia formas más sofisticadas en versiones posteriores, para establecer estructuras de pontones flotantes sobre las que apoyar plataformas más extensas. Una vez concluidas las hostilidades, esas estructuras marinas serían abandonadas, pasando a ser unos monumentos que marcarían el paisaje de algunos puntos de la costa inglesa. Una de ellas, la Fortaleza Rough, situada fuera de las aguas jurisdiccionales británicas, sería ocupada en 1967 para colocar una emisora de radio pirata y daría lugar a la proclamación unilateral de un nuevo país, Sealand. El pintoresco Principado de Sealand es una anticipación de este proceso en curso por el cual algunos buscan una ansiada libertad en medio del mar. Situado frente a las costas de Essex es un microestado que fue autoproclamado en 1967 por el ciudadano británico Paddy Roy Bates. El espacio nacional del Principado de Sealand consiste en una superficie flotante de 550 m2, apoyada en dos torres de hormigón que soportan una gran plataforma horizontal de esa dimensión.Soluciones estructurales para garantizar la estabilidad de las plataformas petrolíferas. Fuente: Natural GasLas Maunsell Forts serían el precedente técnico para el diseño más sofisticado de las actuales estructuras de prospección marina de combustibles fósiles. Las plataformas petrolíferas suelen ser también masivas estructuras semisumergibles que se anclan a los fondos marinos para garantizar una mínima estabilidad durante las operaciones de perforación. El modelo más usual se compone de varias columnas cilíndricas que se llenan y vacían de agua dependiendo de las condiciones del mar, al objeto de garantizar la estabilidad de la estructura. Cuando se trabaja en la perforación, esos inmensos espacios vacíos se llenan de agua para dar estabilidad al conjunto y, especialmente, al sistema de acceso a los pozos. Sus cubiertas contienen recintos de apoyo, dependencias para sus trabajadores y una o varias torres de operación.Es el caso de la famosa Thunder Horse Platform que se situa en el Golfo de Méjico a 100 kilómetros al sureste de la costa de Louisiana. Es conocida por los problemas derivados de su desestabilización que fueron consecuencia del huracán Dennis en 2005. Sin embargo, superó con éxito tormentas posteriores más potentes, como Katrina y Rita. Es una ingente construcción flotante de 60.000 Tm. capaz de albergar más de 200 personas simultáneamente y procesar 250.000 barriles diarios. La estructura se apoya en cuatro columnas vacías de 22 mts de diámetro que forman el casco flotante para apoyo a las estructuras de trabajo. Fue diseñada por la empresa Mustang Engineering y construida por Daewoo en sus astilleros de Corea.Elementos que espolearían la imaginación de gentes como el conocido grupo Archigram que propondría visiones de ciudades utópicas como la llamada Walking City de 1964. Una prefiguración más seria de islas artificiales la haría el movimiento de los metabolistas a mediados del siglo XX. Aquel grupo de arquitectos japoneses replantearían abordar la colonización urbanística de la costa en un entorno caracterizado por la alta concentración de población. Plataforma Thunder Horse en la costa de Luisiana. British PetroleumLas necesidades de nuevo suelo urbanizado impulsarían por ello ideas como el Plan de la Bahía de Tokio, promovido por Kenzo Tange en 1960. Aquel plan se pensaría desde la articulación de una malla estructural de transporte apoyada en el lecho costero y que se colocaría sobreelevada encima del mar, ocupando una parte sustancial de la inmensa rada tokiota. Según Tange, aquella idea permitiría enlazar grandes construcciones capaces de albergar 10 millones más de personas en una urbe ya densamente congestionada y así producir un renacimiento urbano de gigantescas proporciones.Tokyo Bay Plan. Kenzo Tange, 1960 La extensión en el uso de las herramientas de dibujo tridimensional asistido ha espoleado en las últimas décadas la imaginación de numerosos diseñadores y arquitectos para crear nuevos conceptos arquitectónicos de hábitats marinos. Los desafíos son tremendos ya que no existen todavía esquemas verdaderamente estables, sobre todo si se piensa en las condiciones extremas de las tormentas marítimas que generan poderosas fuerzas y un movimiento que arrastra y desestabiliza cualquier navío, incluyendo las más grandes estructuras flotantes conocidas como la Thunder Horse Platform. Otras cuestiones relevantes para la viabilidad de estas ciudades flotantes son las que se refieren a los suministros, la energía y las comunicaciones. La aportación de todo tipo de elementos necesitaría de un aporte constante desde la tierra firme. No obstante, los alimentos y el agua necesarios podrían producirse y almacenarse localmente. La energía tampoco sería un problema ya que por lo general los vientos en el mar suelen ser poderosos. Solo con el movimiento del aire que existe tendrían una autosuficiencia energética en las condiciones actuales de desarrollo de las tecnologías eólicas. Las comunicaciones podrían también servirse de enlaces vía satélite o empleando conexiones por láser o microondas con alguna estación situada en la costa. Más propias de la ciencia ficción que de las posibilidades tecnológicas que otorgan los conocimientos actuales de ingeniería, en los últimos años se han producido algunas visiones que aventuran posibles configuraciones de ciudades marítimas.Propuesta de islas flotantes Lilypad frente a la costa de MónacoLilypad, las ecópolis flotantes de de 2008, es una de ellas. Se plantearían como refugios aislados en el mar dedicados a los desplazados por una catástrofe ecológica como la que podrá suponer el incremento del nivel del mar. Pensando en lugares como las islas Maldivas o los atolones habitados de la Polinesia, el arquitecto belga Vincent Callebaut diseñaría esas estructuras semisumergidas que podrían organizarse como archipiélagos flotantes. La forma de las Lilypads, destinadas a albergar decenas de miles de habitantes, se inspiraría en algunas estructuras orgánicas vegetales y se explicaría visualmente con una imaginería futurista llena de tropicales palmeras. No obstante, pasar del concepto a una realidad técnicamente viable es más que dudosa en este caso, teniendo en cuenta las capacidades tecnológicas y económicas disponibles actualmente. Este año, algunos medios de comunicación internacionales se harían eco de la llamada Arca de Remizov, una ciudad flotante para más de 10.000 habitantes. Un proyecto pensado para responder a condiciones ambientales extremas, que pudiera construirse con relativa facilidad y que pudiera flotar también. Diseñada con estructuras mixtas, metálicas y de madera laminada y recubierta con cerramientos de plástico EFTE podría adaptarse a todo tipo de ambientes, según su diseñador, el arquitecto ruso Alexander Remizov. Unas formas sugerentes esconden la ausencia de bases constructivas y tecnológicas realmente factibles. Por no señalar los innegables problemas de mantenimiento que tendría una estructura así, si realmente fuera viable estructuralmente, lo cual es dudoso. Visualizar construcciones fantasmagóricas de un futuro idealizado es una actividad que ha tenido muchísimos seguidores durante el siglo pasado. Son ideas que no pasan la mera especulación artística y visual. Un planteamiento técnicamente más factible es el que ha definido el científico ruso-americano Alexander Bolonkin en un trabajo llamado Floating cities. Bolonkin trabajaría en la creación del mayor más grande existente, el soviético Antonov. La idea de Bolonkin partiría de la creación de masivas plataformas flotantes compuestas de un nuevo material composite denominado Pikrete. Estaría compuesto de agua helada y serrín en una proporción de 4 a 1 y ya fue experimentado durante la II Guerra Mundial con éxito. Propuesta ganadora al concurso de ciudades insulares, promovido el Seasted Institute. Anthony Lyng, 2009Recientemente, una fundación americana, Seasteading Institute, (financiada con fondos donados por Peter Thiel el fundador de PayPal) promovería también un concurso para imaginar una comunidad humana organizada en alta mar. A la convocatoria solo acudirían los típicos dibujantes de maquetas digitales en tres dimensiones. Prácticamente, todos los diseños se apoyan en el concepto de plataforma apoyada en columnas semisumergibles, ideada 60 años atrás por Mansell.Sin embargo, esas propuestas que son meros ejercicios de dibujo tridimensional, reflejan un creciente interés por definir una comunidad marítima viable alejada de los territorios continentales. Las ambiciones del concurso y de la propia institución van más allá, ya que su objetivo es promover nuevas ideas de gobierno para las sociedades contemporáneas. El sueño de escapar a las constricciones legales, financieras es otra fuerza de carácter utópico que mueve este tipo de iniciativas libertarias. Pero, en las condiciones actuales, la creación de un miniestado con autogobierno es una posibilidad factible cuyo camino abriría Sealand hace ya varias décadas, aunque todavía no haya sido reconocido. Existen vastos espacios en los océanos que podrían albergar una iniciativa de este tipo, más allá de las 12 millas de las aguas territoriales de los estados y las 200 millas de la zona económica exclusiva que regulan el derecho marítimo internacional.La Fundación Seasteading ha profundizado en la cuestión y ya ha definido un avance de lo que podría ser una estructura viable en alta mar, un pequeño prototipo que pudiera habitarse por varios cientos de personas. Sus autores estiman -sobre la base de ausencia de impuestos- que podría dedicarse a centro financiero offshore, superficie comercial., casino resort turístico o clínica especializada. La situación está a punto de lograr visos de viabilidad, algo que dependerá de la financiación necesaria para llevar a cabo las ideas. Los costes son inmensos y los riesgos importantes pero alguna gran firma de ingeniería naval -como las que existen en Japón o Corea- podría liderar una iniciativa de este tipo en un futuro no muy lejano.No serán unas arquitecturas de relumbrón pero es una realidad que puede materializarse pronto una vez abandonadas hasta nuevo aviso las ambiciones para colonizar la luna y otros planetas del sistema solar.