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La planificación urbana a menudo se basa en el supuesto de un crecimiento demográfico y económico continuo, pero a medida que algunos entornos experimentan una contracción urbana, entra en juego un nuevo conjunto de estrategias.
Foto: Alex Brisbey en Unsplash . Detroit
El fenómeno de la reducción de la ciudad es un proceso de declive urbano con causas complejas que van desde la desindustrialización, la migración interna, el declive de la población o el agotamiento de los recursos naturales. Haciendo referencia a la investigación existente sobre el tema, a continuación se exponen los enfoques de este fenómeno en diferentes entornos urbanos, destacando la necesidad de desarrollar nuevos marcos de diseño urbano para hacer frente al creciente desafío.
El declive urbano es un término que engloba a los entornos urbanos que están sujetos a desplazamiento de población debido a diversas y complejas razones. Engloba a las ciudades monótonas, cuya principal actividad económica se vuelve obsoleta, a los entornos urbanos postsocialistas que luchan por sobrevivir a la privatización de las industrias, a la migración de los lugareños a entornos urbanos más competitivos, al envejecimiento y a la disminución de la población. El fenómeno fue muy discutido en toda Europa a principios de la década del 2000, cuando las transformaciones postsocialistas provocaron un mayor interés por el tema de la desurbanización. El término “declive urbano” fue popularizado por el arquitecto Philipp Oswalt, que lo describió como un problema de multiplicidad y diferentes escalas.
Anina, ciudad minera de Rumanía. Imagen © Tudor Constantinescu
En muchos casos, la narrativa de este declive está estrechamente relacionada con los procesos de desindustrialización y el declive de la actividad económica en una ciudad o región. Salvo algunas excepciones, el proceso de despoblación se traduce en un completo abandono de las infraestructuras urbanas, que quedan vacías, lo que conduce a su mayor deterioro. El proceso generalizado de despoblación de las ciudades, que inicialmente se observó en Europa central y en el Cinturón del Óxido del noreste de Estados Unidos, es ahora un fenómeno mundial que afecta a la mayoría de los países industrializados del hemisferio norte, así como a un centenar de ciudades pequeñas y medianas de China, India y Japón, y a muchas antiguas ciudades mineras de Norteamérica y África. Invitándonos a reflexionar sobre el futuro de las ciudades, la Bienal de Venecia de este año nos trajo diferentes ejemplos de cómo este fenómeno sigue extendiéndose por los cuatro rincones del planeta, con los pabellones de Serbia y Rumanía presentando estudios de casos en profundidad sobre el declive demográfico de algunas de sus principales ciudades en los últimos años.
Estrategias para combatir la despoblación urbana
Hristina Stojanovic. Ciudad minera de Bor
Con el objetivo de reactivar muchas ciudades europeas en proceso de despoblación, la Unión Europea ha lanzado recientemente un proyecto llamado URBACT. En el documento de presentación del proyecto, las intenciones de URBACT son bastante claras: “Las ciudades deben aprender a diseñar procesos de desarrollo urbano más sostenibles, cíclicos y continuos si buscan un cambio real, en lugar de limitarse a pretender que el desarrollo social y económico siempre se produce de forma lineal y predecible”. Cada día son más los investigadores que estudian el fenómeno de la despoblación de las ciudades y el resultado ya se puede ver en la práctica. En este contexto, están surgiendo nuevas propuestas especulativas, así como iniciativas que pretenden involucrar a las comunidades de estas ciudades e incluso una serie de nuevas estrategias, enfoques y políticas urbanas innovadoras. Éstas, parecen apuntar en dos direcciones distintas: la primera, conocida como “smart downsizing”, opera de tal manera que redimensiona las ciudades y sus infraestructuras en función del proceso de despoblación; y la segunda, busca detener e incluso revertir la pérdida de habitantes en una ciudad, reinventándola bajo nuevas premisas, a menudo a través de fuertes incentivos en cultura y turismo, así como de políticas de regeneración urbana.
Reconocer el proceso de desurbanización
La mayoría de las ciudades que atraviesan un proceso de despoblación tratan de reinventarse, reconociendo sus nuevas dinámicas y tratando de adaptarse a ellas. Uno de los enfoques posibles, y algo controvertido al día de hoy, es lo que llamamos “rightsizing”, es decir, un proceso de redimensionamiento de la infraestructura disponible en función de la demanda. Sin embargo, esta estrategia suele implicar la adopción de medidas bastante drásticas, como la demolición de edificios enteros y el cierre de muchos servicios básicos en los barrios menos poblados, lo que nos lleva involuntariamente a una serie de problemas de justicia social, equidad y sostenibilidad. Esta reducción inteligente, o la disminución de las infraestructuras urbanas disponibles en función de la demanda, sigue siendo una estrategia poco discutida y conocida por la mayoría de los planificadores urbanos. Ciudades estadounidenses como Detroit, que ha perdido cerca de dos tercios de su población en los últimos cincuenta años, o incluso la ciudad de Youngstown, han utilizado algunas de estas estrategias con un resultado bastante discutible.
Dr.G.Schmitz, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons. Imagen Altena, antigua ciudad industrial en Alemania
Por otro lado, la ciudad alemana de Altena se cita a menudo como una gran historia de éxito. Resulta que, esta pequeña ciudad del oeste de Alemania afrontó el proceso de despoblación invirtiendo en la calidad de vida de los que decidieron quedarse. En este proceso, el municipio de Altena identificó y expropió muchos de los activos descuidados de la ciudad, reduciendo la disponibilidad de los servicios públicos en función de la demanda y, al mismo tiempo, invirtiendo en la mejora de los servicios restantes, activando un amplio proceso de ciudadanía y solidaridad. De forma muy similar, la ciudad de Leipzig -en el otro extremo del país- ha desarrollado un enfoque muy creativo para ocupar los terrenos vacíos del centro de la ciudad. En 2004, un grupo de arquitectos, urbanistas y residentes se reunieron para desarrollar un proyecto que pretendía estrechar los lazos entre los inquilinos y los propietarios de los edificios abandonados de la ciudad, eximiendo a los residentes del pago del alquiler si se hacían cargo del mantenimiento de los inmuebles.
Reinvención cultural
Otro enfoque, utiliza el arte para impulsar la concienciación sobre la importancia de preservar la infraestructura urbana de una ciudad en proceso de despoblación. Es el caso de la antigua ciudad minera de Petrila, una de las más antiguas de Rumanía, donde un artista y activista ha desarrollado un método muy inteligente para proteger los edificios históricos amenazados de demolición. Este mismo enfoque se puede encontrar al otro lado del mundo, en Chile, en la ciudad minera de Sewell, declarada Patrimonio de la Humanidad en 2006, encontrándose ahora completamente deshabitada pero conservada como atracción turística.
Setnom de Chile, CC BY 2.0 , via Wikimedia Commons. Imagen Sewell Ciudad minera de Chile
En lo que Philipp Oswalt denomina publicidad de la ciudad, lugares como Manchester o Bilbao han utilizado la arquitectura de autor como herramienta para comercializar la ciudad desindustrializada. Sin embargo, la cuestión es más matizada, ya que la transformación de Bilbao no fue enteramente el resultado de un único, aunque espectacular, edificio. La oportunidad de construir el Museo Guggenheim surgió después de que la ciudad desarrollara un plan para transformar los distintos emplazamientos del frente marítimo y vender los terrenos desindustrializados a promotores privados. Sin embargo, el famoso edificio de Frank Gehry ha cambiado radicalmente la economía local. Del mismo modo, Manchester ha experimentado un proceso de cambio de imagen a través de una serie de desarrollos emblemáticos.
Foto: Antonio Gabola Unsplash . Imagen Guggenheim Bilbao
Dado que las circunstancias varían mucho, es difícil establecer una serie de prácticas bien definidas para abordar los procesos de despoblación, lo que convierte a cada ciudad en declive en un tema urbano, social y económico complejo. Como el fenómeno es relativamente nuevo y se opone a la ética general de crecimiento continuo, exige un cierto alejamiento de los modelos de planificación más tradicionales, lo que significa que los arquitectos y urbanistas aún tenemos que averiguar cómo vamos a afrontar este reto en un futuro próximo.
Fuente: Archdaily / Escrito por Andreea Cutieru | Traducido por Pilar Caballero
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