Revista Arquitectura
Vista desde una pasarela entre el parque del Oeste y el de la Bombilla, Madrid. A los pies las vías de Príncipe Pío, al fondo la Almudena.
¿Qué hacer con las vías del tren? es una pregunta que siempre me ha rondado, no en vano, mi Tudela natal las sufre y disfruta al tiempo. Por un lado, la conexión por ferrocarril nos permiten conectarnos con Madrid y Barcelona en breves espacios de tiempo, más ahora que los Alaris circulan por vía tradicional y de alta velocidad (Madrid - Tudela en 2:05 horas), al igual que mediante cercanías tenemos a menos de una hora Zaragoza, Pamplona y Logroño. Toda una ventaja. Pero a la vez la plataforma que sostiene el trazado ejerce de barrera física y psicológica entre el casco urbano, el río Ebro y sus paseos, además del barrio de la Azucarera. Esta situación parece que llegará a su fin el día que el AVE obligue a modificar el trazado, hecho que ocurrirá a lo largo de esta entrante década. Solo espero que no termine imponiéndose la solución más económica, pero que parece más plausible, de alejar tanto el tren, como el apeadero a las afueras de la ciudad. Los tudelanos preferiríamos seguir gozando de la estación en el centro mediante el soterramiento de la vía... resulta más caro y técnicamente mucho más difícil, pero la urbanización de los terrenos pertenecientes a Renfe en pleno centro urbano, aportarían gran parte de los fondos necesarios, si no toda la diferencia presupuestaria. Lo mismo que se plantea en Logroño.
Por su parte, en las grandes ciudades como Madrid, la necesaria compaginación de los diferentes medios de transporte, hace imprescindible la coexistencia del tren con las viviendas. Tramos de vía como el de la imagen son fundamentales para la debida conexión del extra-radio con el centro. Una línea de cercanías fundamental en lo global, pero tal vez dañina para los vecinos más próximos a ella. Y es que estas plataformas tienen el inconveniente de crear áreas de influencia en su entorno que marchitan el espacio, haciendo que este sea un pozo de marginación.
Recordaré toda mi vida al "Topo", el cercanías Guipuzcoano que circulaba a escasos metros de la ventana del salón del piso de mi tío en San Sebastián y que sufría durante las vacaciones. Cómo si fuese una comedia rodada en un suburbio de Nueva York o Chicago, había que asegurar todas las decoraciones susceptibles de caerse.
Pero el caso particular de las imágenes es paradójico. Al tiempo que "simpáticos" personajes se "ofrecen" a "liberarte" del peso que supone tu teléfono, cámara de fotos y dinero (vamos, que me querían robar, menos mal que mi corpulencia y el lamentable estado físico del atacante le hicieron recapacitar con un simple "ni de coña"... pues dame cinco eurillos compañero que tengo hambre), las pasarelas que salvan las vías del tren son al tiempo los mejores miradores de la zona, para apreciar la cornisa de Madrid. Si a esto sumamos que el cercanías frena en este tramo para entrar poco después en la estación de Príncipe Pío, puede convertirse en el lugar ideal en el que quedarse contemplando el contradictorio paisaje. Un lugar pintoresco en el que el fotógrafo puede recrearse... el fotógrafo, que no yo, siento la mala calidad de las imágenes.
En estas estoy, tratando de "coser" dos parques separados por la vía del tren. Acepto sugerencias.