"Ahora vuelvo los ojos con tristeza a los días alucinantes de su agonía. La vibración de su alma hizo vibrar la mía.Estoy sentado en el salón de su casa. Las sombras de la tarde toman contornos negros, y tiemblan los reflejos de la última luz del crepúsculo. Estoy en su mundo, con sus pinturas, sus libros, sus recuerdos, y a mi mente vienen nítidas las formas de aquel cuadro de Goya del esqueleto escribiendo con su falange descarnada en la piedra sepulcral: ¡nada!"
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