En Cataluña hace poco se ha aprobado el protocolo de actuación ante el llamado Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) para la red de atención pública infanto juvenil de salud mental. En la práctica este protocolo supone aumentar el diagnóstico de niños y niñas con TDAH para llegar al nivel de Estados Unidos (EE.UU.). Además, se desprecian las graves reacciones adversas de la medicación para ello. La industria está detrás.
El documento catalán ha sido elaborado por la Direcció General de Planificació i Recerca en Salut y es la implementación de la Guía de Práctica Cínica sobre el TDAH en niños y adolescentes del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad del Gobierno de España. Esta Guía fue rechazada en su momento por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, debido a la descarada mano de la industria farmacéutica y “sus especialistas” tras ella.
El problema se traslada a la guía para Cataluña. Como viene sucediendo en los últimos tiempos, el comité de expertos que ha redactado el texto tiene conflictos de intereses con los laboratorios farmacéuticos que sintetizan la medicación (por lo general metilfenidato o atomoxetina).
Esos intereses comerciales los desgranan muy bien desde el Espai Freud de Barcelona, un colectivo de profesionales sanitarios y educadores que trabajan en el ámbito de la Salud Mental.
Un ejemplo:
En el anexo 7 del Protocolo, diez de los diecisiete miembros del grupo han declarado conflicto de intereses. De estos diez, nueve declaran haber recibido financiación de los laboratorios farmacológicos Shire, Lilly (laboratorio que comercializa Strattera), Janssen (laboratorio que comercializa Concerta), Otsuka y Juste, ya sea por asistir a sus reuniones, congresos, cursos, jornadas y programas educativos, o en concepto de consultoría”.
Otro efecto perverso de este protocolo es impedir que el profesional que valore al niño, decida según su criterio clínico, qué tratamiento ha de realizar. El protocolo tiende a restringir los criterios de diagnosis y reducir a sólo uno los tratamientos psicológicos existentes.
El texto reconoce una enorme variabilidad en el diagnóstico del TDAH en Cataluña y se pretende que el diagnóstico se lleve a cabo según los criterios del Manual de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquitaría, el famoso DSM-IV-TR) por encima de la Clasificación Internacional de Enfermedades o CIE-10.
A pesar de las semejanzas de estos dos manuales, es evidente que la prevalencia e incidencia del TDAH será mayor si se utiliza el DSM (existen estudios citados por Espai Freud en los que se dice que el diagnostico de TDAH es cuatro veces mayor si se utiliza el DSM-IV en vez del CIE-10 por ser el priemro mucho más medicalizador, como cuento y se cuenta en los comentarios del post -muy leído y difundido- Nuevos datos para entender que la hiperactividad es una enfermedad diseñada para un medicamento).
Mención aparte merece el marketing que hace el protocolo sobre los medicamentos que hoy se ofertan para el TDAH. En el anexo 3 y como información a los pacientes, familiares y educadores, se dice que estos fármacos
están entre los más estudiados y seguros de todos los que se utilizan en niños y adolescentes”. También se afirma que en un 70% y 80% de los casos mejoran su rendimiento escolar y su comportamiento. Y que por lo tanto, “por su seguridad, alta eficacia y escasos efectos secundarios se recomienda el tratamiento farmacológico para el tratamiento de estos pacientes”.
Esto tiene la misma credibilidad que cuando Coca-Cola, como contábamos ayer, intenta mediante estudios científicos pagados por ella, desvincular a las bebidas azucaradas de la obesidad o la diabetes. Incluso la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) dependiente del Ministerio de Sanidad, desmiente tales “argumentos”. En una nota sobre el metilfenidato, el fármaco más recetado para el TDAH, dice:
mecanismo de acción específico en el TDAH no se conoce con precisión”, ni “se dispone de datos suficientes respecto a los posibles efectos a largo plazo”.
Vaya que ni la AEMPS sabe qué le dan a los niños y niñas.
Ante esta situación, Espai Freud ha hecho un manifiesto para recoger firmas y presentarlas a la Conselleria de Salut, “en protesta por el pensamiento único impuesto”, argumentan.
Desde Espai Freud consideran que con este protocolo supone:
Un paso más en la política de patologizar y medicalizar la vida en general y la infancia y adolescencia en particular.
Un menosprecio a las diferentes teorías y prácticas existentes en la clínica de las sintomatología psíquicas y en consecuencia:
Un atentado contra la libertad de elección de los pacientes”.
Es importante leer el texto completo de esta asociación que ha hecho un buen trabajo de análisis y resumen de las intenciones de quienes han hecho esta guía.