No somos ingenuos, sabemos que corrupción siempre hubo y además que la hay en todas partes, pero más allá de estas perogrulladas, al categorizar tan vagamente al fenómeno, Forster:
- omite su cuantificación y el seguimiento de la tendencia, análisis que se hacen rutinariamente generando rankings en los que el país califica cada vez peor
- abstrae la identificación de los autores de los delitos, de sus cómplices y de quienes los apañan ya que todos ellos vendrían a ser contingentes a hechos cuya causa primordial sería un fenómeno “socio-histórico-estructural” que supera a los individuos.