El electorado estadounidense es variado y diferente. En los últimos años se habla mucho, y con razón, de la importancia del voto hispano para conseguir ganar la Casa Blanca y otros cargos electos. Pero no es menos cierto que hay otro electorado decisivo en la lucha electoral: el voto del obrero blanco de mediana edad y el voto blanco universitario.
La movilización de este electorado y el signo de su voto suma un porcentaje decisivo en cualquier carrera electoral, también en las elecciones presidenciales que están por celebrarse en 2016 y las primarias ya en curso. Son dos segmentos de población con tendencias claramente independientes, demócratas moderados y republicanos.
Marginados por algunos candidatos y candidatas, en favor de otros grupos de población políticamente correctos, los votos de la población masculina obrera y universitaria blanca, desde los jóvenes, pasando por la mediana edad y los más veteranos, pueden ser determinantes en la victoria de un candidato republicano si se consigue su movilización en las urnas. Es una fuerza electoral que ha sido despreciada por no pocos políticos acomodaticios a los discursos de lo políticamente correcto, pero que empieza a encontrar su espacio y sus candidatos. Donald Trump, Marco Rubio, Ted Cruz, Jeb Bush y Chris Christie son los que más están ampliando su caladero de votos en esta franja de la población.
El perfil social de estos votantes mantiene posturas duras contra la inmigración ilegal, la deslocalización de empresas al extranjero, son claramente favorables a los cuerpos de policía y su papel frente a los comportamientos abusivos de pandillas y algunos ciudadanos, aplauden los discursos políticos que no tienen miedo de denunciar los intereses empresariales que alcanzan a la política o que denuncian situaciones injustas aunque sea políticamente incorrecto. He aquí una de las claves del ascenso y popularidad de Donald Trump, que no se muerde la lengua al hablar de ciertos temas, pero también de Marco Rubio, que abandera un discurso político transversal e inclusivo con estos electores.
Los votantes blancos, obreros y universitarios, jóvenes y maduros, hombres y mujeres, coinciden en su visión del rumbo del país, que sigue un mal camino en estos últimos años de administración demócrata. Es un sentimiento de pérdida de optimismo en la nación que espolea a estos grupos de población y los empuja a las urnas para cambiar el rumbo.
Temas como los salarios, los recortes militares, la falta de liderazgo internacional y las escandalosas ventajas que se aprueban para otros grupos sociales, han erosionado la confianza de los blancos en muchos políticos. Cada vez más estos votantes ven que el voto útil es para el Partido Republicano. En las últimas décadas millones de ciudadanos han abandonado el Partido Demócrata al verse marginados en sus políticas. Son estos votantes blancos, de toda condición social, la tradicional clase media blanca, los que pueden elegir finalmente a un presidente inesperado.