Revista Política

Clase política española inmersa en el síndrome prerrevolucionario francés

Publicado el 31 enero 2011 por Peterpank @castguer
En la década de los ochenta del siglo XVIII Francia vivió una importante crisis económica. Las clases privilegiadas, fundamentalmente la aristocracia y la nobleza menor, se resistían a arrimar el hombro, dado que el sistema impositivo existente en la época hacía recaer el peso de los tributos en la burguesía y en el pueblo llano. En época de crisis, donde en la misma capital se veían escenas de gente muriendo de hambre, sin embargo la élite privilegiada miraba para otro lado. Mientras familias enteras sufrían los rigores de la crisis económica en sus carnes, en Versalles no se escatimaban recursos a la hora de dilapidar los fondos del tesoro que se derrochaban en meros divertimentos para distraer el ocio de la élite gobernante. Todos sabemos cómo acabó la situación: el clima prerrevolucionario acabó culminando en la revolución francesa, con las consecuencias de todos conocidas.
 
Hoy en día vivimos aquí una situación bastante parecida a la existente en la Francia prerrevolucionaria. Una grave crisis económica cuyo rigor se acentúa en las clases medias y bajas, que son quienes están soportando todo el brutal esfuerzo (aumento de la presión fiscal, aumento de los precios, congelación salarial, aumento de la edad de jubilación, recorte de pensiones) mientras la élite política, heredera de la aristocracia palatina del antiguo régimen, aumenta considerablemente sus privilegios garantizándose el presente y el futuro. Episodios tan vergonzosos como el de los tristemente célebres “pinganillos” de nuestra Cámara Alta, que cuestan al erario público nada menos que doce mil euros por sesión, son para dar qué pensar: que en un contexto económico como el que vivimos se derroche tan alegremente esa cantidad, a la vez que el señor Anasagasti dice para justificarse que “la democracia es cara” (sic) no hacen más que aumentar la distancia, ya abismal, que separa la élite política de la gran mayoría de los ciudadanos, mientras que el desprestigio de esa casta privilegiada es cada vez mayor. A ello debemos unir el privilegiado régimen fiscal que poseen, la que podríamos llamar “jubilación dorada” y, además, el nuevo régimen de impunidad que se han autootorgado con la última reforma penal.
En el siglo XVIII el desprestigio de la corona francesa era tal que fue suficiente un vergonzoso episodio, el célebre affaire del collar de María Antonieta (del que, por cierto, la reina era absolutamente inocente al ser totalmente ajena a la maquinación) para encender los ánimos del populacho. Pues bien, ayer, en la tertulia-debate que tuvo lugar en el programa Lágrimas en la lluvia, uno de los invitados, catedrático de derecho constitucional, indicó que Europa estaba viviendo en estos momentos una situación prerrevolucionaria. Ojalá que el profesor se equivoque, pero los paralelismos de la actual situación con la vivida en el país vecino en 1789 son preocupantes. Tal vez con los adelantos que existen la guillotina duela hoy mucho menos.
 
Texto original: MdV

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