Clase turista

Luang Prabang, Laos. 5 de octubre 2011
La enésima avería del autobús nos retiene en nuestra huida de Vietnam. Estamos, como de costumbre, en mitad de ninguna parte en algún punto no muy lejos de vete a saber dónde. Llevamos 10 horas de viaje y nadie sabe exactamente lo que queda por recorrer, y si lo saben tampoco nos lo quieren decir. Ponemos tierra de por medio vencidos por el turismo más rancio que daña Vietnam como bombas de napalm. Lo reconocemos, a pesar de la experiencia hemos vuelto a caer rendidos a los cantos de sirena de las bonitas estampas que anuncian los folletos turísticos y resaltan las guías de viaje para viajeros independientes, esas que todo el mundo lleva. “Maravilla del mundo”, “Patrimonio de la humanidad”… publicidad engañosa del turismo de masas, el de los tours, el de las bermudas y las camisetas de tirantes, el de “no sé como esta gente puede vivir así”, el que no piensa y paga el triple por no saber, el de los guías de chiste fácil, el que degrada el lugar más bonito del mundo a un parque de atracciones donde todo el mundo lucha por hacerse la misma foto, como si éstas tuvieran la capacidad de sintetizar un viaje.Pero no, nunca más! A este cerdo vietnamita que me mira de soslayo escondido tras un barreño pongo por testigo que no volveremos a caer en las garras del turismo. Preferimos estar tirados en mitad de la nada viendo como cambian la rueda destrozada del autobús por otra aún peor que visitar aquella bonita pagoda de la que nunca hemos oído hablar cogiditos de la mano del guía sin salirse del sendero (eso no está incluido en el tour), preferimos recorrer durante 20 horas caminos pedregosos para descubrir en soledad un pequeño rincón inédito que visitar como borregos ese monumento cientos de veces reproducido, preferimos perdernos a comprar un mapa, que con el dinero que nos ahorramos nos da para una cerveza, preferimos la beerlao a la Tiger beer y el colacao al nesquik.Preferimos pasar por todas esas penurias que son el peaje necesario para ver lugares increíbles, disfrutar de sabrosas comidas y conocer a gente sorprendente. No serán los rincones más bonitos, ni los mejores restaurantes, ni tan siquiera las personas más interesantes del planeta, tan solo lo serán para nosotros, es todo lo que necesitamos.

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