En 1940 la factoría Disney dio a luz uno de los filmes que pasarían a la historia por su brillantez, su sibaritismo y su innovación. Si por algo fue conocido el maestro Walt Disney fue por su clarividencia en el mundo de la animación, en esta ocasión, tras sorprender a todo el mundo con el largometraje de Blancanieves y los siete enanitos, con la nueva década nos mostró como acercar la música clásica al público infantil y combinarla mágicamente con la animación. A pesar de esa innovación y esa magia, los críticos de 1940 no apoyaron el film, criticando la concepción de imágenes para la música.El director del film no es Leopold Stokowski, sino un grupo de realizadores habituales de la factoría, pero el nombre en los carteles fue el del maestro, ya que este fue el director de la orquesta que interpretó las diferentes piezas de forma magistral, para más tarde integrarlas con la animación.Mediante el sistema de segmentos los realizadores de Disney estructuraron diversas historias, desde unas setas de estilo japonés bailando entre flores, como un magnífico ballet entre avestruces, cocodrilos e hipopótamos, y los más conocidos de "Mickey el Mago" y "El diablo de la montaña", convirtiéndose, sobretodo el primero, en un símbolo, un icono y una imagen de la factoría Disney. La Tocata y fuga en re menor, de Bach, y El Cascanueces, de Tchaïkovski, son dos de las piezas que suenan, entre otras de Stravinsky, entre otros muchos, cuya realización fue elaborada con unos métodos de alta calidad y muy avanzados para su época, tanto que en la remasterización que se realizó décadas después apenas se tuvo que trabajar.Un excelente film que debe ser visto con ojos de niño pero con mentalidad adulta, ya que las más de dos horas de duración del film hacen que los pequeños se aburran, y algunos mayores también. A pesar de ello, no deja de ser una pieza esencial de la filmografía de la animación, a pesar de la carencia argumental.Valoración: 5/5