IT FOLLOWS (David Robert Mitchell, 2014)
A principios de los ochenta el slasher instituía el denominado terror teen, instaurando una serie de reglas y clichés que se irían adaptando y explotando hasta el límite, haciéndolo desaparecer casi por completo por hastío en los primeros noventa. La llegada de Scream supuso una revitalización del género, que vivió su segunda época dorada con una nueva lectura de los estereotipos y actualización de los propios esquemas de uno de los pilares fundamentales del cine de terror. Ahora, habiéndose dado varios ciclos de oleadas de subgéneros (entre las que el torture porn ha sido quien ha reinado) y con un mercado en el que el mumblegore viene dictando los nuevos caminos a seguir dentro del género, ha nacido un clásico instantáneo que se erige como faro guía en el, por ahora, aletargado terror adolescente.It follows es esa luz al final del camino dispuesta a allanarlo de cara a las producciones futuras que, hijas o no del contexto socioeconómico que estamos viviendo, cumple con los requisitos de serlo, al igual que lo hicieron otros hitos anteriores. El segundo largometraje de David Robert Mitchell reconvierte las reglas básicas ajustándolas a un bajo presupuesto diametralmente antagónico a la originalidad de su historia, hecho que la convierte en uno de los mejores productos de carácter independiente que han pasado por nuestras pantallas (las de varios festivales, de momento) en los últimos años. Ya sea por su habilidad de aterrar sin mostrar apenas nada. O por el uso del sintetizador como elemento de acompañamiento en una banda sonora que hace rememorar a Carpenter. O por lo terrorífico que supone un planteamiento que revisa la mitología de Ringu (Hideo Nakata, 1998) y convierte la cinta de vídeo, el vehículo de la maldición, en una enfermedad de transmisión sexual. Por lo tanto, ya sea la personificación del Hombre del Saco o la de aquellos dispuestos a castigar a los jovenzuelos que decidan fornicar a deshoras en el campamento de verano, el sexo sigue siendo la antesala a la muerte, convirtiendo esta vez la penitencia en una venérea dispuesta a llevar a la tumba a quien se contagia. Pura perversión alegórica de una de las bases del cine de horror protagonizado por adolescentes: el pecado de la carne es causa principal de defunción.Lo manido de su trasfondo es lo que convierte a It follows en la joya atemporal que es, pues más allá de haber contado algo nuevo, lo único que hace el brillante guion del propio Mitchell (además del buen uso del movimiento rotatorio de la cámara como señal de acercamiento del mal) es corromper los tópicos del género, dándoselos a las nuevas generaciones (y a las no tan nuevas) ávidas de productos originales y que quedarán absortas por la habilidad que existe, todavía en pleno siglo XXI, de espeluznar mostrando poco.Poniendo en la palestra a una firme candidata a nueva scream queen, Maika Monroe (también en The Guest), y habiendo cosechado innumerables críticas positivas en los festivales en los que se ha podido ver, tan sólo me queda decir que, para un servidor, habemus película del año, sin lugar a duda. Clásico instantáneo.Lo mejor: la sensación de terror que transmite.
Lo peor: que es tan perfecta que no le he encontrado nada malo.