Título emblemático donde los haya de nuestro paupérrimo rock, al menos reivindicado por algunos en los últimos tiempos (¿para cuando una estatua de bronce de Miguel Ríos?), cosa que por lo menos daría que pensar que no todo está perdido.
Con una semilla de R&B y un toque hooligan en los adictivos coros, nos contaban el inframundo que no aparece en las fotos de la Barcelona de esos tiempos, y con la que nos hemos criado en los ghettos no podemos sentirnos más identificados.
Si a eso sumamos la credibilidad de la voz de Pedro Jené, que cantaba lo que vivía y vivía lo que cantaba, tenemos como resultado este pedazo de himno.
En la actualidad, grupos como Zodiacs se la han apropiado, y talentos de nuestra música como Miqui Puig o Loquillo han realizado sendas versiones de esta carismática canción. Personalmente, los he degustado desde pequeñajo, ya que mi padre tiene toda su discografía en vinilo y cd.