Esta es una bella sección de rescate de aquellos clásicos AM que hicieron suspirar a los más viejos en sus tiempos dorados, y que no se han resignado a morir, sacándonos suspiros en el presente a las nuevas generaciones. En esta ocasión vamos a rescatar la canción Inch Allah del gran Salvatore Adamo. Seguramente, Salvatore es conocido por la gran mayoría de los lectores (los jóvenes y no tan jóvenes) puesto que sus bellas composiciones han trascendido en el tiempo y han pasado a formar parte de la historia personal y familiar de muchas personas en el mundo entero. Por tanto, al igual como en la columna pasada sobre Camilo Sesto, no enumeraremos los éxitos de este gran artista porque está demás. Lo que sí haremos es enfocarnos en la canción antes mencionada y disfrutarla con el corazón en la mano.
Inch Allah, que en español significa quiera Dios, fue compuesta y grabada por Adamo en 1967 en un viaje por Jerusalén y Beirut. Esta bella y conmovedora canción nace de las experiencias, del sufrimiento del que fue testigo Adamo en dichas tierras. Pero más allá de las posturas políticas o de qué bando nos queremos sentir parte, esta canción exige altura de miras. Comprender la dimensión de esta composición –que lamentablemente sigue siendo muy actual– es comprender que el clamor de paz y el rechazo a la guerra no es cuestión de hippies o de ONGs, sino es de toda la humanidad. Porque sigo creyendo que si se componen canciones como estas, entonces, en el mundo debe de haber más personas buenas que malas. Me niego a creer que los seres humanos nos queremos sentar cada cual en la vereda que le toque a pelearse a muerte con otros por motivos que ni siquiera nos rozan.
El clamor de Salvatore Adamo en Inch Allah sigue vigente y sigue siendo un hermoso, poético y sensible llamado a la paz de todo aquel que ha sido empujado a sufrir, sea éste de Israel o de Islandia. Lo importante es que somos todos un solo ser, somos antes Dios todos hermanos, como diría la cantante Soledad, y como tal debemos tratarnos. Acabemos con el egoísmo que nos domina y logrémoslo a través de la poesía y la melodía de los nunca olvidados viejos clásicos. Que un ser humano en la época que fuere se haya interesado por pregonar la paz, para mí ya es suficiente motivo de orgullo por la humanidad. Creo y seguiré creyendo en nosotros, es por eso que comparto ese sentimiento a través de la música de Adamo, con la única intención, la única esperanza de que mucha gente se contagie y crea en la paz.
Por Cristal/ llavedecristal.wordpress.com
A continuación el link de la canción y letra:
A oriente fui y vi lucir
la luna como pabellón
quise soñar, versificar
cantando al mundo la razón.
Más cuando vi Jerusalén
cual amapola en la aridez
yo pude oír un réquiem
cuando al hablarle me asomé.
Por más que tú rezando vas
capilla humilde por la paz
no puedes ver
que dice allí: ‘Peligro’ la frontera es.
Y va la fuente a aquél camino
querrás el cántaro bien llenar
detente María Magdalena
porque tu cuerpo no vale el agua.
Inch Allah, Inch Allah, Dios lo quiera, Inch Allah.
El olivar no sombreó
y ya la esposa no vendrá
pues bajo escombros se durmió
y preso en tierra extraña está.
Rondando va a una flor
y en alambrada un ruiseñor
fuera de sí la gente está
y a todos quieren repudiar.
Escúchame Dios de los cielos
tú que gobiernas todo el mundo
en Israel sagrado suelo
hay niños sin saber reír.
Inch Allah, Inch Allah, Dios lo quiera, Inch Allah…
Lo que ahí se ensangrentó
mañana ya se lavará
la calle se hace con valor
y el cuerpo adoquín será.
Más si yo vi Jerusalén
cuan amapola en la aridez
y siempre oigo un réquiem
cuando al hablarle me asomo.
Réquiem por seis millones de almas
que no tienen mausoleo de mármol
y que a pesar de la arena infame
ha hecho crecer seis millones de árboles.
Inch Allah, Inch Allah, Dios lo quiera, Inch Allah…