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Clásicos de Culto: Doom Patrol de Grant Morrison. Parte 2 (de 3)

Publicado el 08 abril 2011 por Juancarbar

Clásicos de Culto: Doom Patrol de Grant Morrison. Parte 2 (de 3)

Existen otros mundos, pero están en este” David Lynch.

Doom Patrol de Grant Morrison, Richard Pace y VV.AA. (Doom Patrol 35 al 50 USA).

Esta frase del director de cine David Lynch para explicar su obra, le viene como anillo al dedo para entender y comprender esta obra de Grant Morrison. En este segundo bloque de la etapa de Morrison al frente de este grupo maldito del Universo DC, el guionista escocés continúa con los aciertos del primer bloque de la colección, pero lleva un paso más allá los planteamientos de la misma.

Clásicos de Culto: Doom Patrol de Grant Morrison. Parte 2 (de 3)

Es curioso como los supuestos protagonistas de la colección, la Doom Patrol, dejan de ser los verdaderos protagonistas de la historia, pasando a ser en la mayoría de los casos unos meros espectadores de la ruptura de la realidad que se plantea a su alrededor. Eso no quiere decir que Morrison los abandone, ya que cada uno de los componentes del grupo se sigue desarrollando, como la genial idea de Morrison de ir un paso más allá con Crazy Jane, que pasa de ser un personaje apocado y asexuado, temerosa de demostrar sus sentimientos hacia Cliff a convertirse en un torbellino sexual, con un pasado de abusos paternos, sutilmente sugerido por Morrison para explicar la escisión de su persona.

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El resto de los miembros del grupo mantienen su constante, remarcando aun más si cabe el cada vez mayor alejamiento de su parte humana. Si Cliff, Robotman, es la voz de la razón en un mundo cada vez más surreal y Joshua es el único “normal” dentro de este universo, en contraposición tenemos a “El Jefe”, sosias oscuro del Profesor Xavier de los X-Men o a Regis, la fusión del Hombre Negativo con la enfermera del hospital que le atendió, que pasa a un nuevo estado evolutivo, perdiendo cada vez más su humanidad en el proceso.

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Pero los verdaderos protagonistas de la historia son otros, desde Danny la Calle, una calle que se abre como portal en cualquier parte del mundo y que se convierte en la base de operaciones perfecta para un grupo tan peculiar como la Doom Patrol, a sobre todo Flex Mentallo, personaje basado en los anuncios de Atlas que aparecían en los cómics de los años 70 y que prometían un cuerpo escultural a los niños y jóvenes escuchimizados que leían los cómics de aquella época.

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Mentallo es el eje de esta etapa, que llega a su punto más alto en los números 42 y 43 de la serie, aunque esta trama se va introduciendo poco a poco con excelentes resultados en los números 35 al 41 de la colección. En esta saga, Morrison vuelca todas sus obsesiones basadas en el control de la población, teorías conspiratorias y la indefensión del hombre ante fuerzas que desconocen y controlan su vida, mezclando con acierto y ningún pudor, el invento del teléfono de Graham Bell, con las apariciones fantasmales, la otra vida y el gobierno americano, sin olvidar el poder de las palabras, aquellas que conforman nuestro mundo y el poder de la letra impresa y en particular el cómic como elemento mágico y de poder.

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Pero aparte de la saga de Flex Mentallo, personaje al que Morrison volvería con el gran Quitely en una miniserie en 1996 con el gran Frank Quitely a los lápices y que está inédita en nuestro país, Morrison tiene otros ases en la manga. Como por ejemplo, el hilarante número 45, donde Morrison se burla de la moda de principios de los 90 de vigilantes de dientes apretados y escasa moralidad, en especial El Castigador de la Marvel y los antihéroes de Frank Miller, o el regreso de la Hermandad de Dadá, en un número 50 especial de aniversario, con la anti-pelea por antonomasia entre la Doom Patrol y sus “archienemigos”, la Hermandad de Dadá.

En definitiva, un segundo bloque de historias que supera con creces lo apuntado en los primeros 16 números y una de las mejores obras de Morrison, al que le quedaría dar su canto del cisne en los últimos 13 números de su etapa y que serán comentados en la próxima entrada de esta sección.

Felipe Rodríguez Torres.


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