Estela Plateada: Parábola de Stan Lee y Moebius (Silver Surfer Parable USA).
A finales de los 80, los aficionados al cómic americano sufrimos un revulsivo cuando DC Comics publicó la miniserie Batman: The Dark Knight Returns de Frank Miller en un nuevo formato llamado Prestige, o Prestigio en nuestro país. Aunque Marvel Comics ya se había lanzado a la aventura con el formato Novela Gráfica, que emulaba los álbumes europeos, con obras tan importantes como X-Men: Dios Ama el Hombre Mata de Claremont y Brent Anderson o La Muerte del Capitán Marvel de Jim Starlin, hasta la aparición del Batman de Miller, los editores americano no se dieron cuenta que era importante dar un salto cualitativo en la presentación del producto.
Tras el éxito de DC Comics, Marvel no tardó en irle a la zaga y comenzó a publicar sus obras más importantes en este formato, en 1988. Los primeros elegidos fueron el one-shot de Excalibur, la nueva serie mutante del equipo Claremont y Davis y este Silver Surfer de la leyenda del cómic americano Stan Lee y la leyenda del cómic europeo Moebius.
La fusión de autores tan diametralmente opuestos en los años 80 no era algo habitual como puede ser en la actualidad. Por eso, la unión de dos auténticos monstruos del tebeo, fue un verdadero revulsivo para el fandom, en un tebeo que acercó la bande dessinée al lector de cómic de superhéroes y el comic book a los elitistas lectores de cómic europeo. El resultado, un tebeo que marcó época.
Leído con la perspectiva del tiempo, más de 20 años, el cómic no provoca el impacto que pudo tener y tuvo en su época. El guión de Stan Lee, en el fondo es una continuación de su etapa en la colección regular de Estela Plateada a finales de los años 60, donde continúa con su visión agria y pesimista del ser humano, usando como excusa, una crítica de los fanatismos religiosos y las personas que se aprovechan de las mismas para su lucro personal, donde Estela Plateada y Galactus, más que personajes de cómic se convierten en una réplica de los dioses griegos, seres sobrehumanos, deidades que están por encima de los meros mortales y cuyas batallas y acciones provocan consecuencias nefastas en una humanidad idiotizada y merecedora de todos los males habidos y por haber.
Pero aunque el cómic en cuestión, bien podría haber servido como episodio final de su serie regular, destaca y sobresale por encima de la media por el trabajo gráfico del gran Moebius, el cual aporta su especialidad sensibilidad para dotar al tebeo de un aspecto único. Tanto su representación de Estela Plateada, como la de Galactus, es completamente diferente a la instaurada en el imaginario colectivo por autores como Jack Kirby, John Byrne o John Buscema. Su Estela Plateada es pesado y denso, casi un vagabundo en las primeras páginas del cómic y en el momento que se descubre, se convierte en un ente estilizado, casi etéreo. Lo mismo se podría decir de ese Galactus orgánico, que va mutando de texturas, casi como dice el propio Moebius, un ser sin forma predeterminada que se adecua a lo que los humanos podrían comprender. En el fondo, lo que sería Dios.
Moebius, con un trazo diferente al que tenía acostumbrado a sus fans en series como Blueberry o el Incal, más limpio, menos detallista, incluso influido por la composición de página de cuatro viñetas verticales que realizaba John Buscema en la serie regular del personaje, aporta una visión que incluso ahora, pasado el tiempo, es diferente a lo que nos tiene acostumbrado los cómics Marvel.Una historia con un mensaje algo inocente, que avisa de los peligros del fanatismo desacerbado y un arte de Moebius, diferente a todo lo que ha hecho en su carrera, una mezcla de lo mejor que puede dar el tebeo americano y europeo, que se merece una reedición por parte de Panini, para las nuevas generaciones de lectores.
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