La Sombra de Andrew Helfer, Bill Sienkiewicz, Marshall Rogers, Kyle Baker y Joe Orlando (The Shadow vol.2 1 al 19 y Annual 1 y 2 USA).
Tras el éxito en 1986 de la miniserie de cuatro números de Howard Chaykin, donde el controvertido autor norteamericano modernizaba al justiciero pulp de los años 20 para el público de los años 80, trasladándolo al presente, DC Comics decidió en el año 1987 darle una serie regular guionizada por Andrew Helfer, autor de fulgurantes inicios pero escaso recorrido y dibujada por el excelente y personalísimo Bill Sienkiewicz.
Bill Sienkiewicz solo duró los seis primeros ejemplares, pertenecientes a la primera saga de la colección, títulada “Sombras y Luz”. Esta primera saga de la colección, seguía los pasos de la miniserie de Chaykin, pero cargando más las tintas en la violencia que en el sexo, este último, un aspecto marca de la casa Chaykin. Sienkiewicz, con su estilo experimental y sórdido, venía como anillo al dedo a una oscura historia de violencia, donde Helfer renovaba y actualizaba a Shiwan Khan, antiguo y memorable enemigo oriental de La Sombra, convirtiéndole en despiadado yuppie de los negocios ochentero. Helfer mantuvo el nuevo equipo de colaboradores de La Sombra, dándoles un mayor protagonismo y ampliando el abanico de personajes que giran alrededor del supuesto protagonista de la serie.
Digo supuesto, porque a partir del número 7, un excelente número unitario dibujado por mi añorado Marshall Rogers y entintado por un novel Kyle Baker, y sobre todo a partir del octavo número, segunda saga de la colección, llamada “The Seven Deadly Finns”, la colección se comienza a centrar sobre todo en el entorno de La Sombra, desde los ya mencionados colaboradores, más esclavos sedientos de un líder, que compañeros de aventuras y sobre todo en esta historia, la genial familia de mafiosos que da título a la historia, Los Finn, personajes que cada uno de ellos podría dar para una colección aparte.
Porque ese es uno de los grandes méritos, pero también uno de los grandes handicaps de los guiones de Helfer. Aunque precursor de las sagas de seis números, que en la actualidad son una excusa prefabricada para vender el trade paperback correspondiente, Helfer necesita de esos seis números para contar una historia, es tal la cantidad de información que incorpora en cada número de 28 páginas de la colección, ejemplares que duran más que un tomo de seis números guionizado por cualquier guionista de la actualidad.
Esto, sumado a la composición de página de un Kyle Baker principiante pero que apunta más que buenas maneras, inspirado en las daily strips de los periódicos de los años 30 (la influencia de Chester Gould es indudable), hace que la lectura de esta colección sea muy interesante, pero en algunos tramos algo compleja y liosa debido a la gran cantidad de personajes y situaciones que llenan sus páginas.
Unas páginas donde ocurre siempre lo contrario a lo habitual, a lo esperado. Porque Helfer, en una colección y un personaje que hace suyo número a número, comete lo impensable y mata a su personaje principal en el final del número 13, final de la saga “The Seven Deadly Finns”, preludio de lo que sería la última saga de la colección “Cuerpo y Alma”.
En esta última y accidentada saga la colección llega a su fin. Última y accidentada, porque Conde Nast, la propietaria de los derechos del personaje, no estaba muy contenta con lo que Helfer y Baker estaban haciendo con su criatura. Cierto es, que Helfer se vuelve completamente loco en una saga final donde carga aún más si cabe, en el absurdo y en un humor negro negrísimo, donde no contento con matar a La Sombra, le corta la cabeza y se la inserta en el cuerpo de una armadura-robot, en una saga que acaba en un cliffhanger interruptus, ya que la prometida continuación de ese número 19 nunca se llegó a producir y DC Comics nunca se pronunció al respecto.
Pero nos quedan una veintena de ejemplares con la versión más arriesgada y estrambótica de un personaje que merecería una continuación, es tal el cariño, las ganas y la originalidad que transmiten las páginas de esta pequeña joya inédita (excepto los seis primeros números, publicados por Zinco entre Marzo y Agosto de 1991) en nuestro país y que Planeta prometió publicar en 2007 si mi memoria no me falla, junto con un tomo de la miniserie de Chaykin, y que nunca más se supo. La colección lo merece, no solo por lo original de la propuesta, sino por el trabajo de un cada vez menos prolífico Sienkiewicz y para ser testigos de los primeros pasos de un autor tan imprescindible y tan poco valorado en nuestro país, como Kyle Baker.