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Clásicos de la palomita: Eduardo Manostijeras

Publicado el 11 noviembre 2010 por Lapalomitamecanica
Los fundamentos de Burton
Clásicos de la palomita: Eduardo Manostijeras

Tim Burton siempre ha sido uno de mis directores predilectos, aunque también hay que decir que sus últimos trabajos sin llegar a ser horrorosos no han estado a la altura de sus mejores obras. Todos conocemos su sello de identidad, su imaginación desbordarte mundos imaginarios con elementos góticos y oscuros cuyos protagonistas suelen ser clásicos inadaptados e enigmáticos atrapados en un mundo que no comprenden. Por ello, películas como La fábrica de chocolate o su más reciente Alicia en el país de las maravillas fueron una decepción absoluta por la escasa trascendencia de sus personajes y por la falta de nuevas ideas. No obstante, tarde o temprano volverá a aparecer ese genio que nos brindó este clásico.

A partir de su genial adaptación de nuestro héroe de comic favorito Batman, Burton pasó al salón de la fama como uno de los directores de moda. Su siguiente obra sería tal vez su pieza más personal, la conmovedora historia de Eduardo Manostijeras protagonizada por su actor fetiche Johnny Depp. El ídolo juvenil de aquella época daría vida a Eduard, un personaje inventado por un excéntrico inventor interpretado por el actor Vicent Price en su último papel antes de fallecer. Eduard tenía todas las facetas que nos convierten en humanos, salvo una pequeña excepción tenía tijeras en lugar de manos como consecuencia de la repentina muerte de su creador, dejando sin terminar al solitario Eduard. Esto, a pesar de ser una insignificante diferencia marcaría el rumbo de su vida.

Clásicos de la palomita: Eduardo Manostijeras

La primera vez que visioné esta fantástica película tendría menos de 10 años, sin embargo ya por entonces me cautivó por la magia que envuelve la película con su espectacular puesta en escena y su maravillosa y conmovedora banda sonora del genial Danny Elfman. Cuando eres un niño, con lo que te quedas de la película es con su inocencia, con su versión del romanticismo más entrañable de un joven que jamás ha conocido el amor. Es sin duda , un cuento de hadas para los más pequeños, la clásica historia de Pinocho que quiere convertirse en un niño de verdad.

Eduard es un tarro vacío, que nunca llegó a aprender una lección valiosa de su creador, la comprensión de sus propios sentimientos. Amor, ira, lujuria o felicidad son estados que nunca llegó a entender, que pueden ser maravillosos compartirlos con los demás pero también puede haber crueldad en ellos si no tienes la madurez necesaria para afrontarlos. Eduard, puede llegar a representar la esencia de la naturaleza humana según la visión de Burton, tal vez antes de ser alterados por las circunstancias que nos rodean y nos moldean. Burton nos habla la complejidad de las emociones humanas, pero no solo de las de Eduard, sino también de las del resto del mundo muy seguros de su comprensión pero que al fin y al cabo muchas veces nos dejamos llevar por los instintos más primarios.

La dulzura de Eduard nos provoca una empatía muy fuerte con este personaje y nos trasmite una sensación de impotencia al no poder protegerle del mundo hostil que le rodea. Desde luego Johnny Depp consigue dar vida a uno de los personajes más importantes de su carrera, junto con Ed Wood en la primera colaboración con Tim Burton. Winona Ryder en cambio, hace el papel de la chica de la película que tras conocer lo que hay detrás del cascarón no puede evitar sentir ternura por el joven Eduard ante la incredulidad de los que la rodean.

Clásicos de la palomita: Eduardo Manostijeras

Sin embargo cuando la visionas con unos años más podemos ver una película que va más allá del romanticismo y de la magia propuesta como telón de fondo. Sin duda, Burton se refleja a si mismo en esta película con el personaje de Eduard como su alter-ego un inadaptado en un mundo de blanco y negro donde lo diferente puede verse como una amenaza. Sin duda, el retrato social que nos describe Burton hace referencia a la cotidianidad de la vida moderna retratada con un barrio modélico de una sociedad robotizada por la rutina.

Cuando Eduard irrumpe en la tranquilidad del barrio, primero viene la curiosidad y después la ignorancia, el rechazo a lo desconocido. Eduard intenta encajar, pero cuanto más lo intenta menos lo consigue, la pequeña diferencia que le hace diferente de los demás es suficiente para apartarle del resto. Marginalidad, racismo,exclusión…podemos llamarlo de muchas maneras pero siempre ha existido y siempre existirá y con el incomprendido Eduard no podía ser de otra manera.

Finalmente, contemplamos como Eduard, no solo tiene que irse del barrio, sino que asistimos de forma incrédula ante la pantalla viendo como tiene que huir hacia su solitaria y oscura mansión ante la agresidad de la sociedad, fruto de sus inseguridades. Eduard se ve resignado a vivir el resto de sus días en soledad, al margen del resto del mundo y enterrando sus sentimientos, que en su caso pueden ser maravillosos pero también pueden llevarte al camino de la desdicha.


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