Clásicos del cine argentino: De padre desconocido (1949) Alberto de Zavalía

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Cuando escuchamos el nombre de Homero Manzi no podemos asociarlo con otra cosa que el tango. Sin embargo ha sido un prodigioso escritor no sólo de letras de tango sino también de guiones cinematográficos entre otras tantas cosas. De padre desconocido, dirigida por Alberto de Zavalía, es uno de los films que cuentan con un guión de Manzi y que sin dudas tiene mucha alma de tango. Es que es un verdadero melodrama que nos cuenta la vida de una pobre muchacha (Delia Garcés) ,hija de madre soltera, que simula tocar el violín en una orquesta de señoritas en un tugúrio de mala muerte para poder sobrevivir; ella también tiene una hija a la que ha dado en adopción para que no sufriera las veleidades de la vida. Pero gracias a la empresa "moralizadora" del fiscal de turno, un día hay razzia policial en el local y se la llevan presa por lo que terminará conociendo al Juez Maidana (Enrique Muiño) y cambiando de algún modo su vida.Este es un film al que podría tildarselo de moralizador tanto como la empresa misma del Fiscal (Orestes Caviglia); lleno de frases acertadas para la ocasión que a veces agregan peso dramático y otras acartonan con una retórica exagerada los diálogos. El argumento en cierta medida parece naufragar un poco sin saber muy bien qué se nos quiere contar verdaderamente porque en el fondo todo parecería puesto en escena para provocar la reflexión de turno, reflexión que pulula sobre las dicotomías de siempre el pobre es un sufrido y los "ricos" son incomprensibles, no tienen corazón. "Son campanas de palo las razones de los pobres" dice El juez citando al gran gaucho y sobre esta consigna se asienta el guión. Agreguemos que el film tiene ciertas escenas y derivaciones que la elevan al grado de melodrama, como ya dijeramos, y cuyos efectos se asemejan al peor de los golpes bajos. Con De padre desconocido se llora o se llora; pero también se disfruta porque sus discursos podrán ser muchas veces retóricos pero nunca del todo falsos. Muiño, ¡cómo no reconocerlo!, es el actor clásico argentino por excelencia y aquí lo demuestra mejor que nunca.
Pero esta película puede entenderse mejor cuando se tiene en cuenta el contexto en la que surge: fue estrenada nada menos que un 25 de mayo de 1949, apenas dos años después de que Manzi hubiera sido expulsado del partido radical por acercarse al peronismo atraído por la figura de Perón a quien ya le dedicaría luego sus "Versos de un payador ...". Y es que en varios de los diálogos del film ya Manzi pareciera exponer muchas de las ideas acerca de las diferencias sociales, las carencias de los que menos tienen y por sobretodo los prejuicios e injusticias que estos padecen por la falta total de comprensión de los que están más arriba.
Un film recomendable para disfrutar sobretodo de esos parlamentos llenos de frases alusivas y sonoras, para disfrutar de un Muiño siempre sobresaliente y para conocer otros de los grandes títulos clásicos argentinos aun cuando no se esté ante uno de los mejores de la década.
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