Revista Cultura y Ocio
A medida que pasa el tiempo, Rajoy se va descubriendo sin ningún pudor. Cada día, una perlita. Hoy, estupefacta ante la nueva, otra más, medida escalofriante de esta derechona que nos gobierna y que nos acerca cada vez más al fascismo vivido por nuestros padres en el que algunos vivían fenomenal y los demás, los que no se fueron huyendo, esperaban que el innombrable les tirara un trozo de pan duro y negro desde los aviones. Vuelve el clasismo en su más rancio modo. Los extranjeros que compren una casa de más de 160 mil euros tendrán, junto a la escritura, un permiso de residencia en toda regla. En fin, después de retirar las tarjetas sanitarias desde el 1 de septiembre a más de 155 mil inmigrantes sin papeles que no ilegales (no hay personas ilegales), ahora esto. Una nueva reforma del decreto de extranjería que nos deja helados. "No se puede poner un límite de precio más bajo porque generaría una demanda masiva de permisos de residencia y la vivienda sería la excusa para conseguirlos", dice sin ninguna vergüenza, con la voz templada y el rostro alto el secretario de Estado de Comercio, García-Legaz. La chusma fuera. Solo extranjeros ricachones porque ya me dirá usted ya no inmigrantes sino que español puede comprarse hoy en día un piso de 160 mil euros...La lucha de clases ya ha comenzado y los de abajo seguimos con lo único que nos queda, la palabra, la voz y las piernas para salir a la calle sin ninguna vergüenza a gritar cada vez más que esto no se puede consentir...que empezamos con una mierda de reforma laboral que nos esta sumiendo a todos en pozos de inactividad enfermiza para acabar de seguir así sumidos en la cloaca del nuevo mundo democrático que más que el nuevo mundo democrático es una gran mierda antidemocrática donde de momento y ahora muchas personas extranjeras y sin papeles ya no tienen cabida. Cada vez seremos más los no elegidos hasta que consigan de nuevo las nuevas normas de mercado que les permitan, a ellos, seguir especulando no solo con espacios y terrenos sino también con personas. Vergüenza.