Revista Baloncesto
La balanza de la aventura de Víctor Claver en la NBA no contaba con excesivo peso en la parte de resolución satisfactoria. Personalmente siempre me he incluido en la corriente contraria al salto del español a la gran liga. Así como Rudy Fernández alcanzó cotas altísimas a nivel europeo en su última temporada en Badalona, el caso de Claver guarda ciertas similitudes con el de otros tantos llegados del Viejo Continente que aceleran las etapas, no cumplen con el nivel exigido y terminan dándose un golpe doloroso. Sin consistente lanzamiento exterior para jugar de alero y sin cuerpo para jugar en el poste, su acomodo se antojaba complicado.No era ningún misterio. Tampoco encaja el valenciano en el papel de especialista, que tanto beneficio en lo económico reporta a ciertos jugadores por allá. Quizá su despliegue físico sumaría puntos a favor, aunque insuficientes. El sueño de una proyección que finalmente no se produjo llevó a la franquicia de Oregón a firmarle. Ya sea por la nula presencia en pista para desarrollar su potencial o por una real incapacidad de alcanzar las altas expectativas, el caso es que su salida de Portland es un hecho.
Su ausencia de minutos había provocado una solicitud de traspaso sin reproches a los despachos de los Blazers. Ni fue polémico ni tampoco provocó demasiado aplauso en su tiempo en pista. El cronista de referencia en lo deportivo en aquellas verde y lluviosa tierra, John Canzano, le despedía junto al resto de jugadores incluidos en la "operación Afflalo" agradeciendo los servicios prestados sin más alardes. De no haber sido traspasado seguramente podría haber permanecido dentro del róster de Portland gozando de escasas opciones.
En Denver lo tenían claro desde que su nombre se incluyó en la negociación, y no se mandaría imprimir el nombre de Claver ni se le concedería número. Ahora le toca decidir si persigue la luz llamativa o da media vuelta para proseguir su carrera en alguno de los muchos equipos europeos que le recibirían con los brazos abiertos y un fajo de billetes preparado.
Las últimas referencias a la hora de escribir estas líneas apuntan a un nuevo intento de amarrarse al tronco a la deriva. Toda la suerte del mundo para el bueno de Víctor, aunque una vez fuera de la estabilidad del contrato garantizado, entrar en la dinámica de la Liga de Desarollo NBA D-League y posibles contratos de diez días apagando fuegos en sustitución de lesionados no creo que sea la apropiada para echar raíces.
No hace mucho un jugador como Jan Vesely aterrizó en Turquía cansado de ver cómo el crédito obtenido con su sexto puesto en el Draft de 2011 se convertía en impagable. La elección de Claver en la posición 22 dos años antes fue relativamente alta para un europeo con poco pasado. Desde entonces su progresión no ha ido por el camino que tantos esperaban.
La permanente búsqueda del Nowitzki de la próxima década no termina de dar resultados a las franquicias que acercan la lupa a tierras europeas.