por Altonivel.com.mx
Ricardo “El Finito” López, campeón boxeador invicto y, mexicano, explica cómo se puede lograr el éxito sin dejarse llevar por el “no se puede”.
México tiene una cultura cangrejista, sentencia un campeón mexicano. A pesar de la grandeza de su gente, en el común denominador de los mexicanos existe una sensación de que cualquiera que quiera alcanzar un sueño encuentra en quienes le rodean una serie de obstáculos y malos augurios que se centran en el “no se puede”. Para el campeón Mundial de Boxeo, Ricardo “El Finito” López, esto fue una realidad a lo largo de su carrera; sin embargo, encontró en su disciplina las claves que le permitieron mantener su inspiración y alcanzar el éxito.
En una charla que ofreció a los empleados del Grupo Editorial Impresiones Aéreas, el hombre que como profesional realizó 52 peleas y que nunca perdió -aunque empató en una ocasión-, narró cómo desde los siete años encontró en el boxeo una pasión y logró colocarse el cinturón de campeón sin conocer la derrota, hecho que le permitió entrar al Salón de la Fama en un tiempo récord de cinco años después de su retiro.
Fueron tres las claves que mantuvieron su sueño intacto: actitud, preparación estratégica y ejecución efectiva. A lo largo de 18 años aprendió que para vencer al oponente hay que combatir el miedo propio con fuerza de voluntad, disciplina y esfuerzo. “Quienes no alcanzan el éxito no es porque no puedan. Es porque falta trabajo y algo qué aprender”.
Un primer paso es ponerse la camiseta, y no precisamente la de la empresa sino la propia. Tener clara la meta personal es vital para trazar el objetivo sin importar los comentarios del exterior. “El conformismo y el escepticismo se desechan con buena vibra y mucha actitud”.
Después viene la dedicación, que es la disciplina con la que se allana el camino para trabajar sin interrupciones. “Encontré en Rocky una inspiración. Era un niño y me levantaba –igual que su héroe– a las cuatro de la mañana, comía la misma cantidad de huevos y me enfundaba en una rutina para ir a la escuela y llegar puntualmente al gimnasio”.
La preparación estratégica la encontró en su entrenador, a quien siguió con constancia ciega para aprender cada detalle de la técnica que después le permitiría analizar a su oponente y actuar con responsabilidad, entendida ésta como su capacidad de respuesta ante cualquier circunstancia.
Leídos como una receta de cocina, estos términos podrían resultar increíblemente fáciles y de sentido común, pero llevarlos a la práctica conlleva una lucha constante para reivindicar el camino personal hacia la meta, que inevitablemente se ve envuelta en una vorágine de comentarios: “no se puede”, “estás loco”, “sólo los que tienen contactos”…
Se vale sentir miedo, se vale llorar ante las circunstancias, pero lo más importante ante la adversidad es estar consciente de que si se ha trabajado con disciplina y constancia, la meta no es un destino inalcanzable.
Después de pelear en varias ocasiones en las funciones amateur que solían presentarse en las ferias, su primera gran oportunidad le llegó: peleó por “El Guante de Oro” y lo ganó. La limpieza en su técnica que le permitía noquear a sus oponentes le valió el apodo de “El Finito López”.
Poco a poco fue escalando peldaños a pesar del desdén de familiares, amigos y deportistas. Una tarde, cuando llegaba a entrenar, su coach, “El Cuyo” Hernández, lo sorprendió con la noticia de su vida:
– ¿Cuál es tu sueño?, le preguntó.
– Pues ser campeón, le respondió.
Semanas más tarde, el mexicano viajaba a Japón para enfrentar al campeón mundial, a quien le arrebató el cinturón y la máxima presea en la categoría de peso mínimo.
Lo había logrado. Luego de 18 años y una carrera impecable a base de actitud, constancia, disciplina y preparación, había llegado a la cumbre de su sueño. Pero lo difícil no fue llegar, sino mantenerse. Tras ser galardonado en Europa como uno de los grandes boxeadores en la historia, sintió que podía gozar el confort y dejar que el aplauso lo mantuviera en las marquesinas. Pero un momento de ego estuvo a punto de arrebatarle lo que con tanto esfuerzo había construido.
Todo estaba listo, sus amigos, familiares, la prensa nacional e internacional estaban reunidos para verlo en combate contra un nicaragüense, famoso por ser bajito pero muy rápido para interponer la cabeza y conectar jabs destructores. En lugar de concentrarse y repasar la estrategia con la que derrotaría a su rival, “El Finito” dedicaba los minutos previos al combate a enviar saludos a sus amigos. La pelea comenzó y al segundo round su oponente, con la rapidez que le caracterizaba, le conectó tremendo golpe que lo mandó a la lona. Se levantó de milagro, sus piernas no le respondían, pero le quedaban el torso y la cabeza. Entonces aplicó una clave: la implementación del cambio rápido y efectivo; es decir, reunió la fuerza que le quedaba, analizó al rival, repasó su estrategia e implementó la ejecución efectiva para terminar en un empate técnico.
Conclusión: para “El Finito” López nada fue fácil pero tampoco imposible. Este campeón, orgullo mexicano, afirma que el éxito de una pasión no depende de la suerte ni de la casualidad, es un proceso que exige fuerza mental, corazón y destreza física personal. El mejor antídoto contra el cangrejismo.
Fuente http://www.altonivel.com.mx/22235-claves-de-un-campeon-contra-el-cangrejismo.html
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