Revista Opinión

Clemente García, con las botas puestas

Publicado el 12 abril 2019 por Manuelsegura @manuelsegura
Clemente García, con las botas puestas

Hubo un tiempo en el que la palabra ‘Política’ se escribía con mayúsculas. Esos años en los que algunos hombres buenos -y mujeres, por supuesto- se atrevieron a poner las bases para edificar un sistema democrático en un viejo país, que salía de un régimen autoritario que se prolongó durante casi 40 años. Muchos de ellos procedían del mismo sistema franquista, en cuyas entrañas aprendieron y comprendieron que la única forma posible de afrontar el futuro era intentando cambiar las cosas. Es el caso del ahora tan reivindicado por todos Adolfo Suárez, sin ir más lejos. La Transición española se cinceló a golpe de retos y compromisos basados en el diálogo y el consenso. Ello precisó de figuras que antepusieran el bien común a sus posicionamientos ideológicos particulares.

En la foto que acompaña este texto, y que esta mañana he colgado en Twitter, se ve a Antonio Pérez Crespo, primer presidente del Consejo Regional de Murcia, al entonces alcalde de la capital, Clemente García, y a Josep Tarradellas, un trío que vale como ejemplo de lo que intento expresar. Este último fue presidente de la Generalitat en el exilio, malviviendo durante años en un pueblo de Francia en condiciones casi ermitañas. En 1977, el entonces teniente coronel Andrés Cassinello, adscrito en esa época al servicio de inteligencia, remitió un informe al presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, tras visitar al político catalán, meses antes de pactar su regreso a Barcelona: “Hay que entrar en su casa, en la que todo es pobreza, para entender su dignidad. Vive en un llano muy frío del centro de Francia, con una calefacción tibia, sin baño, con muebles que no usan ni los suboficiales, y con el único lujo de una buena biblioteca y un tocadiscos. Una hija subnormal (Montserrat, con síndrome de Down) y una mujer callada. No hay criados, ni secretarios”, escribió Cassinello.

Esta pasada madrugada ha muerto en Murcia Clemente García, quien no solo fue alcalde de la ciudad entre 1972 y 1979 sino eterno secretario general de la patronal CROEM; alguien que siempre tuvo conmigo un trato franco y cercano, casi diría que paternal. Lo he sentido tanto como sentía verle consumirse en los últimos meses de su existencia, reconociendo que el principal error de su vida había sido su adicción al tabaco. Sí, era adicto al cigarrillo como también lo fue al trabajo. Siempre pensé, y así se lo dije en una ocasión en el salón de su casa, cuando en 2013 fui a entrevistarlo por la publicación de un libro suyo sobre alcaldes de la capital, que moriría con las botas puestas. Y, como no podía ser de otra manera, hasta el último día, a fe que lo cumplió.


Volver a la Portada de Logo Paperblog