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Climax, que malas son las drogas

Publicado el 05 octubre 2018 por Patrick Bateman @CinefiliasO
Climax, que malas son las drogas
El clímax es el punto álgido que se alcanza en una situación o en una historia, aunque en la mayoría de ocasiones la aplicamos al contexto sexual. El controvertido y no menos peculiar director, Gaspar Noé, conocido por Irreversible o Love 3D utiliza dicha palabra para nombrar y dar forma a su nuevo trabajo.
A los que ya conocemos los tics característicos de su filmografía, no debería sorprendernos en absoluto el delirium tremens que nos regala a ritmo de baile en esta nueva pieza en la que el sexo y la violencia son protagonistas finales en Climax, la cual tiene previsto su estreno en breves días, el próximo 11 de octubre.
Climax, que malas son las drogas
Sin embargo, como el director ya es habitual en el Festival de Sitges, si no toda (lo digo de memoria), la mayor parte de su filmografía ha sido programada en la parrilla en anteriores ediciones. Por lo que su nuevo trabajo era ineludible dentro de la suculenta programación, donde los asistentes ya hemos podido disfrutar y deleitarnos con esta pseudo versión bizarra y decadente de Fama.
La película tiene un argumento de lo más sencillo y poco sustancial, pero sigue provocando sensaciones encontradas entre el público, impactando en los momentos claves de la historia que, a diferencia de sus obras más destacables, Climax no contiene grandes giros de guión, pero sigue consiguiendo una carga dramática bastante alta al alcanzar el desenlace.
Climax, que malas son las drogas
Aunque, es cierto, que el punto de vista en tercera persona cuando empieza el delirio, además de ser lo más atractivo y característico en el film, incluso, por encima de la propia historia que es perfectamente resumible en dos líneas, nos aporte también alguna escena que nos resulte algo cómica. No estamos ante la obra más transgresora y contundente de Noé, pero ha vuelto a demostrar en plenas facultades que sabe como buscar la provocación en el espectador.
A mediados de los años noventa, veinte jóvenes bailarines de danza urbana que se habían reunido para unas jornadas de tres días de ensayos en un internado en desuso situado en el corazón de un bosque, hacen su último baile común y luego festejan una última fiesta de celebración alrededor de una gran fuente de sangría. Pronto, la atmósfera se vuelve eléctrica y una extraña locura los atrapará toda la noche. Les parece obvio que han sido drogados, pero no saben por quién o por qué.
Climax, que malas son las drogas
La película da comienzo con unas videoentrevistas a cada miembro de la compañía, con un plantel de actores que interpretan a personajes de lo más variopintos con una naturalidad increíble, parecen sacados de los mismos suburbios franceses. Por que si de algo presume su director en letras bien grandes en azul, blanco y rojo, es de ser una película francesa y a quien no le guste que le zurzan. Aunque, esta no es la única vez que veremos una gigantesca y llamativa infografía durante el film.
Entre el coral reparto la actriz Sofia Boutella (Star Trek: Más allá) es la que por circunstancias argumentales toma un poco más de protagonismo frente al resto, aunque todos ellos cuentan con su momento de gracia y terminados de presentar con una luminosa y colorida infografía de variadas fuentes true type. Dicha presentación se muestra desordenada en la historia, aunque curiosamente las escenas de todo el film fueron rodadas cronológicamente, los créditos de la película están insertados una vez hecha toda la presentación pertinente y la atractiva secuencia del baile, que me atrevo a afirmar que es un plano secuencia hecho del tirón que invita al buen rollo y echarse a bailar al ritmo de la música.
Climax, que malas son las drogas
Noé, como tantas otras veces, se ha hecho cargo del guión en el que nos presenta una película perfectamente ambientada en la década de los 90 convertida en un viaje psicodélico de caos y autodestrucción, tanto moral como física, en la que Noé hace sus giros de cámara trastocando la visión del espectador como ya hiciera en Irreversible en el interior del Rectum. Durante el resto del periplo hace tres reflexiones perfectas sobre la vida misma; ‘Nacer es una oportunidad única’ ‘Vivir es una imposibilidad colectiva’ y ‘Morir es una experiencia irrepetible’. Recomendable para iniciados en el cine de Gaspar Noé.
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