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El milagro es una curación espontánea, la remisión de la enfermedad. A pelo y con rapidez: tengo un problema de salud hoy a las 9h40 y mañana o esta misma tarde ha desaparecido. Por un milagro, las personas estamos dispuestas a desplazarnos cientos y miles de kilómetros: pasar de la enfermedad a la salud es algo trascendental, porque la salud permite seguir siendo uno mismo, seguir trabajando o practicando nuestras aficiones.En el deporte no hay fantasma más angustioso que el de las lesiones. Pueden llevarse por delante una temporada, patrocinadores, carreras deportivas y hasta la vida personal. En la música es igual.
No verás que un pianista sea tan fibroso como un deportista, pero entrenamos hasta 10h diarias. Lo nuestro se juega en la coordinación fina y lo del descanso activo no forma parte de nuestra profesión, pues, como dijo Franz Liszt «si dejo de tocar un día el piano lo noto yo, si lo dejo tres días lo nota el público». Añade que los compositores muchas veces escriben cosas imposibles a nivel digital que te obligan a extensiones que descoyuntan la mano, velocidades e independencias de dedos que, biológicamente, son antinaturales; añade la presión intelectual de memorizar una partitura y la presión emocional de tener que transmitir algo al público... y comprenderás que estamos también muy expuestos a las lesiones. ¿A vosotros os angustia no entrenar? Pues para nosotros es un drama no estudiar, no practicar.
A finales de los noventa me interesé mucho por la Medicina de las Artes, en la rama musical, a raíz de que mi maestro de piano se lesionara gravemente tocando a Rachmaninof. Me entró la obsesión de la prevención, estudié mucho, participé en congresos y pude observar muchos casos. Ahora con mi reciente afición la montaña, me ha vuelto este interés por cómo evitar y cómo solucionar las lesiones.
Así que, cuando escuché el primer comentario sobre la Clínica Madrid de Utiel no me llamó la atención quién entraba o salía de su consulta. Me fijé en la cuestión de los tiempos. El paciente entraba cojo, pero salía andando. Llegaban allí, tras meses de peregrinaciones por otras consultas en un estado deplorable (hinchazones, entumecimientos, dolores, etc.) y ellos lo resolvían en un chasquido de dedos. Incluso si no conseguían solucionarlo tan rápido, lo eran comparados con otras clínicas. Algún paciente hacía incluso alusión al episodio de la Biblia donde Jesús le dice a Lázaro «Levántate y anda». Efectivamente, rozaban, rozan el milagro.
A raíz de la entrevista que le hice a Ramón Ferrer ellos solicitaron mi amistad en Facebook, algo que interpreté como una señal de que yo tenía que contar su historia o, mejor dicho, resumirla, porque es tan larga ya y continua... que podría escribir sobre ellos todas las semanas. Tal vez lo haga. Pero no perdáis el tiempo, ni siquiera leyendo este texto. Músicos y deportistas, si tenéis una lesión hay tres opciones:
a) bajada a los infiernos habitual
b) peregrinar a Lourdes (solo funciona si eres creyente)
c) peregrinar a Utiel
Sacad el billete de avión, tren o autobús, coged el coche, pedid a alguien que os lleve. Dirección Utiel. Dirección Clínica Madrid. Durante el trayecto, si queréis, echad un vistazo a la lista de milagros que María y José (¡sí, también se llaman María y José!) han hecho y poneos en la mejor disposición psicológica para que el vuestro sea el próximo. ¡Ah! Y no anuléis vuestra próxima carrera o concierto, porque seguramente llegaréis a tiempo.
¿Qué tienen ellos que no tengan otros?
En la última década han proliferado las universidades que ofertan los estudios de Fisioterapia y, en consecuencia, todos tenemos más de un conocido que es o va camino de ser fisioterapeuta. Es una profesión cada vez más demandada porque a todos nos gusta practicar deportes, más o menos lesivos, y porque el paso del tiempo pasa factura a nivel óseo y muscular. Pero, como en tantas otras cosas, cantidad no es sinónimo de calidad. En el mejor de los casos ir al fisio puede suponer un rato de relax sin más. En el peor que salgas peor que entras. Poca mejora de un problema leve, ninguna de uno grave, eficacia cero.
Fisioterapeutas y clínicas que se dicen especializadas en esto dejan a los pacientes mucho más maltrechos que cuando llegaron. Si les preguntas que por qué te duele más que cuando empezaste el tratamiento echan balones fuera respondiendo que tu lesión es muy grave o incapacitante, que lleva su tiempo. Si insistes en querer mejorar, es frecuente escuchar algo muy optimista, como que no tiene solución, que eres muy mayor o que tienes el tejido muy dañado. Y todo eso después de haberte clavado una aguja, que tu músculo se retuerza de dolor y que te recomienden la tortilla de ibuprofeno para cenar. Parece que exagero o que estoy de broma, pero no. Esto es muy habitual en las clínicas de fisioterapia cuando vas por un tendón de Aquiles, un gemelo, el soleo, etc. Si vas por algo del metacarpio o de los dedos directamente te dicen que tu carrera como pianista termina aquí. Así que, además de que no resolverás tu problema físico ya puedes ir pidiendo hora en el psicólogo o psiquiatra porque te dejarán la moral por los suelos.
Los aparatos (magnetoterapia, corrientes, indiba, preso, etc.) se utilizan en muchas clínicas para tener al paciente ocupado una parte del tiempo que paga, mientras, el fisio se ocupa de otro paciente. Es un 2x1 para la clínica. Eso conlleva que no siempre hay una correcta elección de esos aparatos que, en sí, pueden ayudar mucho. Te encasquetan la preso, las corrientes o lo que sea y punto. En ocasiones van a tal velocidad en esto de poner un aparato a uno y luego a otro que no se cumplen ni las normas básicas de higiene y yo he visto con mis propios ojos usar el mismo pantaloncillo de tela para la preso de un paciente a otro o no desinfectar parches de uno a otro. Así que lo mismo además de salir con más dolor del que entrabas te pillas una dermatitis o algo peor.
¿Qué ofrece la Clínica Madrid de Utiel?
Frente a la masificación, ellos ofrecen atención personalizadísima. Frente al masoquismo sin solución, ellos te ofrecen técnicas no invasivas e indoloras. Frente al desahucio por principio, ellos no se rinden porque llegues con el tobillo morado y del tamaño de tu muslo. No te recomiendan que te apuntes a ajedrez porque tu tendón de Aquiles se está desgarrando. O que dejes el piano por una fisura en el 4º dedo. Parten de la base de que la curación no es que vuelvas a casa y que cuelgues las zapatillas o bajes la tapa al piano, sino que consigas continuar en el nivel en que estabas antes de la lesión.
En mi opinión, la clave es la combinación de tres factores.
Primero, que hacen una lectura impecable de esta partitura compuesta de huesos, músculos, tendones y fibras. Allí donde otros fisioterapuetas y médicos solo ven una pantalla gris y, como mucho, un desgarro o ruptura fibrilar, ellos ven la historia de ese tejido, su pasado presente y futuro. A ellos les hablan esas partes de nuestro cuerpo que están bajo la piel. Segundo, la elección del tratamiento, sea un aparato o sus manos. Tú y no la caja registradora es su prioridad. Tercero, su capacidad de escucha. Allí donde otros no solo no prestan atención a lo que cuentas sino al grito desesperado de tu alma suplicando volver a correr, tocar o simplemente vivir sin dolor, ellos empatizan, haciendo suya tu vida de músico o deportista profesional o aficionado.
Igual que vosotros domináis kilómetros de carrera y metros de desnivel, o nosotros dominamos las teclas, cuerdas y pedales de un piano, ellos dominan los tejidos. Domestican a las lesiones como si tuvieran una combinación de los poderes de Aragorn, Gandalf, Legolas y Frodo juntos. Afortunados aquellos que han sido sus pacientes y han experimentado en sus propias carnes la gracia de su poder de curación. Afortunados aquellos que algún día irán, que entrarán cojeando y saldrán listos para correr un maratón. Y afortunados sobre todo ellos que son unos verdaderos hacedores de milagros.