Próximo a cumplir 94 años, Clint Eastwood, de pie, lúcido, brillante y dirigiendo su última película, nos cuenta el secreto de su elección: no permitirse pensar que uno es un anciano. De esta forma evita convertirse en uno más.No está claro cómo desarrolló esta simple estrategia, pero cuando el actor tenía 16 años comenzó a hacer ejercicio y entrenar con otro que encontró una manera de mantener a raya al anciano. El ícono del fitness (estado general de buena salud y fortaleza física) de los años 50, Jack Lalanne, que vivió hasta los 96 años y entrenó a un joven Eastwood antes de su ascenso a Hollywood, también dedicó su carrera a refutar la creencia entonces convencional de que las personas deberían reducir el ritmo y conservar su energía para sus años crepusculares. En “Live Young Forever”, uno de sus libros más exitosos, cuando se le pregunta cómo mantuvo su condición física en el futuro, responde: “¡No hables de edad! La edad no tiene nada que ver”. Pero ni Lalanne ni Eastwood son los únicos que han encontrado una mayor longevidad al optar por no “envejecer”.
Según el Estudio Longitudinal de Ohio sobre Envejecimiento y Jubilación de 2002 “las personas mayores con autopercepciones más positivas del envejecimiento vivieron 7,5 años más que aquellos con autopercepciones menos positivas… Un efecto que está relacionado con la voluntad de vivir. Sabemos que la edad es sólo una percepción. Lo hemos visto. Sin embargo, la mejor manera de no envejecer es seguir saliendo. Sigue moviéndote siempre”.
Eastwood todavía dirige, produce y protagoniza largometrajes nominados al Oscar mientras se mantiene activo en organizaciones benéficas, fitness y política. Es el momento en el que la mayoría piensa en empezar a reducir el ritmo, justo cuando más necesitamos establecer el hábito de “salir”. Cuando empiezan a sonar los primeros crujidos de las articulaciones. O cuando emergen las primeras canas. Cuando la próxima generación comience a abrirse camino en el mundo. Son las cosas que pueden dar miedo. O que dan la impresión de que estamos “envejeciendo”. Pero eso es todo. Una ilusión.
Pese a todo, los años pasan. Nuestros cuerpos cambian. El reloj sigue corriendo. Envejecemos. Maduramos. E, inevitablemente, morimos. Pero, al menos para Clint Eastwood, “envejecer” es una elección.