Este año se cumplen treinta del estreno del reverenciado filme de Steven Spielberg Jurassic Park. Es un hecho contrastado que esta efemérides cambió el curso de la paleoficción y provocó un estallido de la dinomanía cuyos ecos aún parecen lejos de haberse apagado. Creemos que la ocasión merece un par de entradas sobre lo que ha dado de sí esta franquicia en el mundillo del cómic.
Pero, para entrar en materia, primero hablaremos de los antecedentes del planteamiento del que parte la trama del filme: la clonación de dinosaurios para exhibirlos en un parque temático. Efectivamente, la historia de Michael Crichton no era una absoluta novedad y merece la pena hacer un pequeño recorrido por sus primeras puestas en escena. Tampoco Jurassic Park fue la primera película de dinosaurios de Spielberg y, de hecho, The Land Before Time (Don Bluth, 1988) o, como se la llamó aquí, En busca del valle encantado, en la que el “Rey Midas” de Hollywood participó como productor ejecutivo y que originó nada menos que trece secuelas (1994-2016) para el mercado del video, es posiblemente la primera responsable de la dinomanía de la que antes hablábamos.
Hasta la clonación de la oveja Dolly (1996), esta técnica era patrimonio de la ciencia-ficción. Seis años después de que Aldous Huxley publicase la distopía más conocida sobre eugenesia, Un mundo feliz (1932), el científico alemán Karl Speman sugirió que copiar seres humanos era científicamente posible. Los clones han protagonizado infinidad de obras literarias desde entonces [1], como Los niños de Brasil (Ira Levin, 1976), cuya adaptación cinematográfica (Franklin J. Schaffner, 1978) será la primera película que se ocupe del tema [2], pronto un filón para el cine de terror de serie B [3]. Pero los clones también han tenido sitio en las viñetas.
Para ser su clon, Bizarro era bastante más feo que Superboy
Creado por un rayo duplicador a partir de Superboy, Bizarro (1958, Otto Binder y George Papp) es uno de los clones más antiguos de los cómics, en 1971 Kirby clonó a su héroe Guardian (1942, con Joe Simon) y Peter Parker ha sufrido varias clonaciones, entre las que destacan Ben Reilly (The Amazing Spider-Man #149, 1975) o Kaine (Web of Spider-Man #119, 1994). En Uncanny X-Men #167-168 (1983) el clonado es Charles Xavier y aparece Madeleine Pryor (clon de Jean Grey), mientras el también mutante Cable será clonado como Stryfe en The New Mutants #87 (1990).
La clonación de seres humanos podía ser un tema controvertido y sugerente, pero las posibilidades de la clonación para la ficción no terminaban ahí. La técnica podía transformarse en una auténtica máquina del tiempo, poniéndonos en contacto directo con especies extinguidas. Si no podíamos ir al Mesozoico, tal vez podríamos traerlo hasta aquí...
Publicado en la revista pulp Astounding, el relato “The hunting season” (Frank M. Robinson, 1951) fue pionero en la clonación de saurios. Asistimos a la clonación de un Tyrannosaurus rex en Roadmarks (1979) de Roger Zelazny y Tuf voyaging (desde 1976 en Analog, recopilada en 1986) de George R.R. Martin. En Our lady of the sauropods (1980, en Omni), Robert Silverberg [4] plantea la idea de crear toda una reserva de dinosaurios (y si tuvieron una civilización en el Mesozoico). Y en Carnosaur (John Brosnan, 1984) de un científico ha clonado un zoo completo para soltarlos luego por el mundo; Harry Adam Knight la trasvasó –libremente- al cine en 1993... pero coincidió con el filme de Spielberg y las comparaciones son odiosas.
Por supuesto, también en los cómics se han clonado dinosaurios antes de que los efectos de la Industrial Light and Magic para la gran pantalla nos deslumbrasen e hiciesen creer que no existía el mundo hasta su llegada.
Los dibujantes españoles Joan Boix y Ramón Solá revolucionaron los cómics británicos junto al guionista Pat Mills en la revista de IPC 2000 AD con Flesh (1977), ambientada en una granja de dinosaurios cuyo fin es alimentar a la humanidad del futuro. A la hora de escribir Flesh, Mills se inspiró en parte en Hook Jaw, serie que había escrito en la revista Action tras el éxito del Tiburón (1975) de Spielberg, y en parte en Westworld [5] (1973), que Michael Crichton dirigió y escribió basándose en la novela Six-Gun Planet (1970, John Jakes).
En el episodio del Juez Dredd “The Cursed Earth” (1978), Mills idea un parque temático con dinosaurios clonados que podría hacernos pensar en una influencia de regreso sobre Crichton, aunque según J.J. Liston [6] Jurassic Park se habría inspirado en la novela The Parasaurians (1969, Robert Wells), que trata de una isla habitada por dinosaurios robóticos a modo de coto de caza privado para millonarios.
Por si esto fuera poco, en 1987, la pequeña Pinnacle Comics publicó la antología Creepy Tales, que incluía el cómic “The Dinosaur Doctor” (Martin Powell/Seppo Makinen) en el que un científico clona dinosaurios a partir de sangre extraída de insectos fosilizados en ámbar...
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[1] Entre las primeras, podemos destacar Una y otra vez (1951) o The Goblin Reservation (1968) de Clifford D. Simak, El hombre duplicado (James Blish y Robert Lowndes, 1953), Vivir para siempre (1956) o The Palace of Love (1967) de Jack Vance, Destination: Void (Frank Herbert, 1965), The Godwhale (T.J. Bass, 1974) o el relato “Lord of the Swastika” (The Iron dream, 1972) de Norman Spinrad. Incluso Arthur C. Clarke fue tentado por la clonación en Imperial Earth (1975).[2] La resurrección de Zachary Wheeler (Bob Wynn, 1971) y El dormilón (Woody Allen, 1973), habían incluido la clonación antes, si bien de un modo meramente especulativo, sin el mínimo apoyo científico. Gómez-Sánchez, A.I, Hellín-Ortuño, P. y San Nicolás-Romera, C. (2011) “La representación de la clonación en la ficción cinematográfica. Una aproximación metodológica para un análisis del discurso científico en el cine”, en Palabra Clave, 14 (2), pp.216-234.[3]Desechos humanos (Robert S. Fiveson, 1979), Los clones de Bruce Lee (Joseph Velasco y Nam Ki-nam, 1981), Poder Infinito (Robert Wiemer, 1983), El vivo retrato (Mario Menéndez, 1986)...[4] También autor de Hunters in the forest en 1991. Ese mismo año, dentro de la serie “Robert Silverberg’s Time Tours”, John Gregory Betancourt escribió The Dinosaur Trackers.[5] Cuyo éxito motivó la secuela Future World (1976) y la serie de televisión Beyond Westworld (1980) a la que sigue hoy un nueva adaptación de HBO que toma elementos de todas ellas. Don Glut reconoce que tuvo constantemente en la cabeza Westworld cuando escribió Spawn(1976), cuyo protagonista recolecta huevos de dinosaurio en el planeta Erigon para el parque Dino-World, una recreación de la Tierra durante el Mesozoico...[6] Liston, J.J. (2010): “2000 A.D. and the New ‘Flesh’: first to report the dinosaur renaissance in ‘moving’ pictures”, en Dinosaurs and other extinct saurians: A historical perspective. En contra, en el blog “Prehistoric Pulp” Walt Williams sostiene que no existe evidencia de que Crichton leyera The Parasaurians antes de escribir Jurassic Park y que, de hecho, dudó inicialmente en desarrollar el relato por sus similitudes con Westworld.