
Hay película que marcan a un actor de por vida. Da igual que consiga el aplauso de crítica y publico o que entre sus joyas más preciadas se encuentre un Oscar. Para todos, entre los que me incluyo, Julia Roberts es Pretty Woman (1990). Aquel cuento de la cenicienta moderna revisado en cientas ocasiones sigue etiquetando a una actriz cuya sonrisa enamora a la cámara. Sin embargo los votantes de la encuesta Lo mejor de han decidido que el papel de Vivian Ward no merecía coronarse como su mejor interpretación.
Hace año y medio el blog dedicaba la encuesta a Natalie Portman. El resultado fue idéntico al de ahora. Closer (2004) lograba por aquel entonces la mejor interpretación de la recién oscarizada actriz y ahora Roberts se suma a la lista. Algo tiene la mordaz y elegante historia de Nichols que encumbra a sus actrices al reconocimiento. Miradas que dicen más que cualquier texto y un guión demoledor convierten el papel de Roberts en una delicia para cualquier actriz a pesar de que en su momento ésta fuera opacada por una resplandeciente Portman.
En esta ocasión la medalla de plata es compartida por sus dos mejores interpretaciones desde el punto de vista de este bloguero: Pretty Woman y Erin Brockovich (2000). ¿Qué decir de la primera que no se haya dicho ya? La naturalidad de la actriz hace que caigamos rendido ante ella en cada pase televisivo de la cinta. La película marcó un antes y un después. Roberts obtuvo su segunda nominación al Oscar (la primera por la brillante Magnolias de Acero en 1989), pero no fue hasta el año 2001 que no subió a por la estatuilla al dar vida a una divorciada con dos hijos que descubre un fraude provocador de la muerte de varias personas. La lucha por descubrir la verdad le valió convertirse en la actriz mejor pagada de la historia.
Es cierto que tuvo su momento, que la comedia romántica encontró en ella a su mejor exponente como pudimos apreciar en La boda de mi mejor amigo (1997) o Notting Hill (1999)y que desde Closer no encontramos interpretación de ella que no roce el patetismo pero las esperanzas nunca se pierden. Esperemos que si un día nos enamoró en las calles de Sunset Bulevard no deje de hacerlo en su madurez. Los cineastas lo dirán.
