Ante los ojos de todos y cada uno de los presentes, él sacó un papel del bolsillo de su chaqueta, porque a veces la memoria no es suficiente y no quería dejarse nada por decir.Se aclaró la garganta y comenzó a hablar.
-No voy a empezar a decir un tópico tras otro, la verdad es que no me acuerdo de la primera vez que te vi, de hecho no fue nada parecido a lo que sucede en las películas. No se detuvo el tiempo cuando nuestras miradas se cruzaron ni sentí escalofríos cuando me sonreíste por primera vez. De hecho, al principio ni siquiera me gustabas...
Las reacciones a sus palabras fueron variadas, algunos soltaron una carcajada suave ante su evidente y aplastante sinceridad, pero otros se llevaron las manos a la cabeza o se quedaron mirando con expresiones de diferentes grados de espanto. Sin embargo, él no se amilanó. Fijó sus ojos en la preciosa cara sonriente de ella y dejó de dudar. Todavía le quedaba mucho por expresar.-Tú sabes a qué me refiero -continuó -Nos llevábamos a matar. Y era lógico, yo siempre he tenido un carácter difícil de soportar y sabes bien que mi vida no ha sido precisamente un camino de rosas... Al menos hasta que tú me salvaste. Un coro de suspiros aliviados se extendió desde la primera fila de asientos. -Antes de conocerte, todo mi mundo era oscuro, negro más bien. Sentía tanto dolor que automáticamente odiaba todo cuanto me rodeaba. Por eso te odié a ti, era mi forma de protegerme... Pero tú no te dejaste vencer, cogiste a ese chico desquiciado que estaba en guerra con el mundo entero y le trataste como si no fuese un caso perdido, como si fuese alguien especial. Poco a poco conseguiste abrir mi caparazón y aquel mundo de color negro se transformó en algo un poco más claro. En algo así como gris.Hizo una pausa entonces, pero solo para contener su emoción al ver cómo los ojos de ella, siempre alegres, se llenaban de lágrimas causadas por sus palabras. -No voy a mentir, en mi interior sigue habiendo restos de oscuridad, rincones negros tan ocultos que ni siquiera yo conozco y que me dan miedo. Es posible que haga falta un milagro para que consiga dejar todo eso atrás para siempre, pero sé que si tú estás a mi lado, algún día mi mundo por fin será blanco, de un blanco deslumbrante...Llegados a ese punto, él guardó sus notas. No las necesitaba en realidad.-Conocerte fue lo más afortunado que me ha ocurrido en la vida, pero enamorarme de ti y que tú me quisieras. ¡Ese ha sido el verdadero milagro! -declaró él, cogiendo las níveas manos de ella con dulzura. -Prometo recordar esto siempre, y quererte todos los días de mi vida, sean del color que sean. Prometo estar a tu lado tanto tiempo como tú me lo permitas y compartir mi mundo contigo. Y juro esforzarme por hacerte feliz, al menos tanto como tú a mí. Sus votos provocaron finalmente una explosión de aplausos entre los invitados a la ceremonia y quiso pensar que aquellas palabras podían haber empezado a disipar las mil dudas y recelos que todavía afectaban a algunos de los presentes acerca de la conveniencia de la boda. Sabía que desde el principio nadie había apostado por ellos, los inconvenientes eran muchos y pocas las razones para confiar. Al fin y al cabo, ¿Qué hacía una buena chica enamorándose de un delincuente, de un perro callejero incapaz de reconocer ni apreciar el amor?Y sin embargo ahí estaba ella, hermosa y radiante -casí se atrevería a decir que feliz- aceptando su maltrecho corazón y entregando el de ella sin reservas. -Te quiero -la oyó decir, todavía incapaz de creer del todo en su suerte.-Y yo a ti -respondió él, sin vacilar -Para siempre.Por P.F.Roche , escritora y blog-novela, para el Club Literario Vidas de Tinta y Papel.