Aquel era un día especial, y por eso quería hacer algo especial. Su primer San Valentín lo recordarían para siempre.
¡Ya está! Le haría el desayuno, o tal vez le visitaría esa tarde en el trabajo.Quiso mirar su aspecto en el espejo, pero estaba empañado. Su imagen estaba borrosa y distorsionada. Entonces tuvo una idea... Levantó un dedo y comenzó a trazar líneas sobre la humedad del cristal.¿Qué podía escribir? Algo simple, sencillo y directo. “Te quiero”Terminó su obra y observó entonces cómo las palabras se difuminaban poco a poco, conforme el ambiente se enfriaba. Tendría que buscar algo más duradero con lo que escribirle ese mensaje, pues aquellas torpes palabras hechas de vapor se habrían borrado completamente cuando él entrase a ducharse. Salió a la habitación y se acercó al tocador en busca de un pintalabios, el rojo... Pero no estaba en el cajón. Le sorprendió encontrarlo sobre mueble, justo al lado del espejo redondo de aumento. Y de pronto supo por qué estaba ahí.
En la transparente superficie de cristal del espejo, dos hermosas palabras brillaban en rojo. “Te quiero”No pudo evitar sonreír, sentirse feliz... Él se le había adelantado esa vez, tendría que buscar otra manera de sorprenderle.Por P.F.Roche, escritora y blog-novela para el Club Literario Vidas de Tinta y Papel. Especial San Valentín