Revista Empresa
Los mercados son conversaciones. Esta es la primera de las 95 conclusiones recogidas en el El Manifiesto Cluetrain considerado uno de los libros fundacionales del Concepto Web 2.0. Publicado en el año 2000, no sólo mantiene su vigencia sino que la evolución de Internet con los blogs, wikis y redes sociales ha venido a confirmar la validez y acierto de sus planteamientos.En cada una de sus tesis encontramos una llamada a la acción para que las empresas participen en esas conversaciones y se comuniquen de forma directa y personal con sus consumidores. Participar en una conversación. No parece ésta una afirmación revolucionaria, pero sus implicaciones han supuesto un cambio de paradigma en los modelos de negocio y estilos de gestión empresarial.No se trata de adaptarse a una serie mejoras tecnológicas, sino de cambiar de actitud y mentalidad para entender que las organizaciones ya no se comunican mediante monólogos de forma unidireccional. Ahora tienen que dialogar sin sonar huecas, opacas, literalmente inhumanas (tesis 14). Ya no pueden controlar lo que se dice sobre sus productos y servicios, sino que tienen que librarse de jerarquías y mantener una posición abierta, basada en la escucha activa para poder interactuar con sus consumidores y usuarios teniendo en cuenta sus opiniones.Me pregunto a dónde nos llevaría esta reflexión centrada sobre los mercados convertidos en conversaciones, si la trasladamos a la empresa y sus profesionales. ¿Llegaremos a alguna afirmación revolucionaria? Veamos.Las empresas son conversaciones. Tanto las que se tienen, como las que no se tienen. Las primeras abren o cierran posibilidades, permiten o impiden la aparición de nuevas ideas, de proyectos nuevos. Las segundas llevan a la inacción, a la desilusión, a la desmotivación. Sin conversación no hay trato directo, cercanía, emoción. De hecho la distancia existente entre la apatía y el compromiso, entre el bajo rendimiento y la mejora de resultados reside en mantener un diálogo permanente, sincero y honesto con los colaboradores o no mantenerlo.Aquí no hay tecnología de por medio, sólo determinadas rutinas y gestos que incorporados al día a día del trabajo, generan el espacio propicio para que el diálogo tenga lugar. Incorporar hábitos que permitan mantener conversaciones tampoco parece que vaya a suponer ningún revulsivo en las teorías de management pero, desde luego, implica un cambio de actitud y mentalidad que un buen número de directivos no han terminado de entender.El reto al que se enfrentan los directivos con equipos a su cargo es el de reinventar y reconvertir las conversaciones que mantienen con sus colaboradores buscando esos escenarios o creándolos en el caso de que no existan. Esto no suena a revolución, pero si a llamada seria de atención para aquellas organizaciones donde no fluya la comunicación y sea habitual el diálogo. En ese caso tendrán que ser capaces de reinterpretar el “tren de las pistas” (Cluetrain) en clave de gestión de personas ya que de ello dependerán los resultados que sean capaces de alcanzar.