Revista América Latina

El "Gran Colombiano" del derecho - Antonio Rocha Alvira

Por Gaviota
Hace algo más de un mes, una pequeña cantidad de votantes acudió a la convocatoria del History Channel para elegir el personaje que "el pueblo" colombiano estimaba como el Gran Colombiano.  El elegido, en un nefasto día del mes de junio, fue el expresidente Álvaro Uribe Vélez.  No pienso detenerme demasiado en este personaje.  No es conveniente desgastarme en demostrar por qué la democracia no sirve para determinar la grandeza.  Una muchedumbre salvó a Barrabás y mató a Jesús.  Un pueblo enardecido mantuvo a Hitler y lo consideró lo más cercano a Dios, sin serlo.  Acá también, la falta de educación nos lleva a creer grande a quien no lo es.
Más allá de la elección del Gran Colombiano, vía Twitter pregunté quién podría ser considerado el Gran Colombiano del derecho.  Algunos de los abogados a los que sigo tuvieron a bien meterse en la pregunta, y se realizaron algunas votaciones.  En su momento (24 de Junio de 2013), quedamos en montar una sección entre todos, en donde destacáramos a lo más grandes -en nuestro criterio- según la especialidad que manejaban.  Surgieron importantes debates en torno de algunos de los nombres.  Sin embargo, el que yo quise resaltar en su momento, es el del maestro Antonio Rocha Alvira.  Sea esta la oportunidad para rendirle memoria a un verdadero Grande del derecho.
Los dejo, a continuación, con la corta semblanza que he escrito del maestro Rocha Alvira.
En la vida, nos esforzamos por encontrar personas dignas de su tiempo.  Cada cual, a su manera, se encuentra viviendo el que le correspondía vivir.  Sin embargo, no todos asumen la vida de su tiempo, con la entereza ni con la hidalguía que se podría esperar.  Algunos viven esperando un futuro lejano que usualmente los esquiva, y otros viven pensando en el pasado que no tuvieron.  En derecho, es bastante común encontrar esa añoranza de la sapiencia pasada, y la ambición de ser el arquitecto de la sapiencia futura.  Son pocos los que logran escapar a la trampa mental que implica poder ser relevante en su tiempo, y se dejan obnubilar por esta circunstancia.  El maestro Antonio Rocha Alvira lo logró.  Fue arquitecto de la sapiencia del futuro, sin la ambición y el narcisimo correlativo de muchos hombres y mujeres brillantes.
Grandeza, contrario a lo que muchos interiormente acarician como verdad sabida, no es hacer cosas que generen envidia ni admiración de los demás. Grandeza, contrario a lo que muchos desean, no se trata de tener a muchos lacayos que corean su nombre y lo ensalzan como, si su portador fuese el regalo de la Providencia.  Grandeza es actuar respetando la alteridad del grande y del chico, del rico y del pobre, del brillante y del mediocre.  Grandeza es inspirar respeto y no demandarlo.  La grandeza del jurista está en su raciocinio, sus fundamentos y principios.  La grandeza del hombre público está en su capacidad de ponderación objetiva.  Antonio Rocha, el educador, el funcionario público, el "abogado" (en la plenitud del alcance deóntico del término) fue en primer una gran persona y luego fue constituyéndose a sí mismo como un gran profesional.

Imagen de Antonio Rocha Alvira tomada de la página del Instituto Colombiano de Derecho Procesal
Nació el futuro maestro de maestros en el seno del Tolima, en Chaparral, en el mismo año en que se iniciaría la Guerra de los Mil Días.  Fue en aquel 1899 que avisoraba lo que sería para Colombia un difícil siglo XX, lleno de dolor, violencia y sufrimiento.  Pero en medio de ese estado de cosas, y bajo las enseñanzas de otros grandes del derecho, cursó exitosamente sus estudios en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, del que luego sería insigne Rector. Moriría también en otro año igualmente determinante para el país.  1992, el año que marcaría el estreno de la recientemente promulgada Constitución del año inmediatamente anterior, el año del estreno del principio de supremacía constitucional por encima del conocido principio de legalidad, y el año de todo un cambio en la forma de concebir el derecho nacional.  Llegó cuando tenía que llegar, y nos dejó cuando su talante había dejado suficiente sombra para que una nueva generación de abogados llegase a tomar la batuta en un nuevo esquema mundial.
La discusión en torno al aforismo "Testis unus testis nullus" es una de aquellas abordadas por Antonio Rocha en su obra "De la prueba en derecho" que nos permite reflexionar acerca de los criterios de valoración de la prueba en la actualidad.  Es ahora cuando se llega a extremos difíciles como el de darle plena credibilidad a un testigo sin entrar a mostrar algo más que frases vagas y vacías como "el testigo merece plena credibilidad" sin mayor análisis de fondo.  Es ahora cuando también se compran testigos y nos percatamos en la cantidad.  Rocha Alvira analizó esto mucho antes y dejó sentada una discusión que lamentablemente muchos operadores jurídicos han dejado de lado.  Es esta, tan sólo una de las tantas lecciones que nos deja su invaluable obra en materia de derecho probatorio.
Pero no son simplemente sus calidades como estudiante, como docente y como académico las que le merecen mi modesto reconocimiento.  El profesor Antonio Rocha Alvira fue igualmente un insigne juez, miembro y Presidente de la llamada Corte Admirable, es decir aquella Corte Suprema de Justicia que dejó sentada la jurisprudencia en materia de derecho civil que habría de servir de sustento para tantos desarrollos jurídicos del siglo XX.
Además de la academia y la administración de justicia, el maestro tuvo la oportunidad de mostrar sus calidades personales y profesionales en muchas otros cargos públicos de especial importancia.  Es así como fue titular del Ministerio de Industrias y Trabajo, fue Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Educación.  También ocupó el cargo de Ministro de Gobierno.  No dejó de demostrar sus habilidades en la rama legislativa, siendo electo Senador por el Departamento del Tolima.  Sin embargo, sus calidades jurídico-políticas fueron especialmente importantes como miembro negociador del Concordato entre Colombia y la Santa Sede, siendo igualmente embajador ante esta última.

Imagen del Presidente Alfonso López Pumarejo acompañado de algunos de sus funcionarios más cercanos.  Antonio Rocha Alvira (segundo de derecha a izquierda) aparece sentado, al lado derecho del Presidente López Pumarejo, quien se encuentra sentado en el centro de la imagen.  Fotografía tomada de la página www.banrepcultural.org
Entre los grandes profesores del derecho actual, le ha merecido especial reconocimiento Jairo Parra Quijano, Jaime Azula Camacho en sus respectivas obras, así como otros no tan célebres.  Sin duda, estos discípulos de los grandes, recordarán cómo en febrero de 1969, Antonio Rocha Alvira, era elegido como Presidente del recientemente creado Instituto Colombiano de Derecho Procesal.  Sus vicepresidentes que lo acompañaron en ese momento fueron otros colosos del derecho procesal, los "Hernandos" (como los denominara en alguna ocasión el gran maestro de la Universidad Externado de Colombia, Fernando Hinestrosa, es decir, Hernando Devis Echandía y Hernando Morales Molina).  La importancia de esta nominación ha de recordar a aquellos que no tuvimos la oportunidad de vivir esos años, la calidad de estos maestros del derecho procesal y del derecho privado.
Mencionar los anteriores hitos en la vida del Profesor, Ministro, Magistrado, Embajador, Rector, Senador parecería suficiente para cerrar este pequeño homenaje a un grande.  Sin embargo, no es eso lo que Gaviota Jurídica puede resaltar como la cualidad más valiosa por parte del maestro Rocha.  Cuentan las anécdotas que en algún momento los estudiantes del Rosario, siendo él Rector, decidieron organizar un movimiento para presionar la reforma de las Constituciones que gobernaban a ese claustro.  A pesar de haber sido criado y haber formado parte de la tradición, Antonio Rocha Alvira no se rindió a ella.  Aplicó la ponderación y la sapiencia que los verdaderos grandes poseen, y fue un hombre de su época.  La reforma le permitió a la norma fundamental del Rosario ser la norma fundamental moderna que sus estudiantes clamaban.  Esto pudo darse porque a pesar de la grandeza y del impresionante currículo de Rocha Alvira, supo escuchar, algo que los autodenominados "grandes", han olvidado hacer hoy en día.

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