Reinaba el silencio en el bosque de la abundancia,
Sin preocupaciones, respirábase una serena fragancia.
Nada ni nadie por fuera del equilibrio y el balance,
Todos cooperando para que la alegría a todos alcance.
La serpiente dormía, bebían los alces y marchaba la rata.
El sol y la brisa a las quebradas y a la hierba su ímpetu espicha.
La lección que vendría, al tejón le saldría más que barata,
Por pretender con su enojo generar a todos gran desdicha.
Reían los bichos pues la mañana a ello invitaba.
Mas el tejón con su amargura al bosque llegaba.
Los bienhumorados intentaban al amargado alegrar,
Mas su difícil carácter fue imposible cambiar.
Pasando veloz muy cerca de un inmenso panal,
El tejón tuvo una idea para a los demás fastidiar.
Untarlos a todos de pegajosa miel, ¡Oh idea banal!
Y garantizar que todos al punto se fuesen a bañar.
Sobre ellos derramó la densa miel y todos se untaron.
Para él era pegante, para los demás un rico manjar.
En el bosque de la abundancia las risas crecieron,
Más en otro lado el tejón por su ira se dejó arrastrar.
Los unos de deliciosa miel estar cubiertos agradecieron,
El otro del ataque de abejas le correspondió evitar.
Que bella enseñanza nos deja esta historia.
El tejón y su miel quedará en tu memoria.
Lo que para uno hoy es una afrenta a la multitud,
Motivo de alegría será para otro, así como de gratitud.