Actualmente la administración de justicia está crisis. Esto lo vengo diciendo desde Julio de 2008, pero cada año que pasa, siento que la situación es peor. Y creo que, de no haber un serio cambio en la composición de las Cortes, el próximo año seguiré diciendo que las cosas están peor que en 2014. Veamos un ejemplo de lo que aquí planteo:
En la última edición del periódico Ámbito Jurídico de Legis, tuve la oportunidad de leer tres columnas (¡TRES!) que van direccionadas al mismo punto. La justicia en Colombia se encuentra en crisis. Cada vez son menos los que creen que la justicia es justa, y cada vez son más los que tienen la convicción de que la administración de justicia ha sido cooptada por la corrupción, y/o por la ignorancia.
Los invito, antes de continuar, a que revisen las siguientes columnas, antes de continuar, dado que el análisis conjunto de ellas, sumados a mi posición personal, es lo que permitirá entender lo que líneas abajo se expondrá:
1) Columna de Javier Tamayo Jaramillo titulada "La oralidad o la ruina de la justicia".
2) Columna de Whanda Fernández León titulada "Inocentes condenados".
3) Columna de Francisco Reyes Villamizar titulada "La educación jurídica también en crisis".
¿Qué tienen de común, acaso, estas tres notas? Nos reportan desde puntos de vista distinto, la manifestación de un problema de índole nacional: el derecho y la justicia son muy pobres en Colombia. Afortunadamente a nivel extranjero no existe aún una prueba Pisa para medirnos jurídicamente con otros países. Temo que nos ganaríamos un "fuera de concurso", pero por lo malos. Es increíble la cantidad de falencias estructurales que existen en la formación jurídica del país. El positivimo jurídico a ultranza sigue siendo la regla general. Sin embargo, la falla principal es que aplicamos un positiviso que no tiene razón de ser, que no se alínea filosóficamente con nada, y que se fundamenta en una premisa de validez basada en la legitimidad, basada en nada.
No es difícil encontrar en el país abogados que le hablen a uno sobre la noción de inadmisión, exclusión y rechazo de la prueba en la Ley 906, pero que no sepan qué es el principio de la libertad probatoria, o cómo funciona la sana crítica. Conozco muchos otros que son unos genios para repetir consignas como la razonabilidad y proporcionalidad para fijar agencias en derecho, pero que no tienen ni idea eso cómo se hace, o en qué incide. Más aún, conozco mucho abogados que realmente uno no entiende cómo es posible que tantos profesores los hayan pasado por tantas materias para que existan universidades que sean capaces de decir que ellos (o ellas) están capacitados para ejercer la profesión.
No es difícil ver en los colegios, que los muchachos "negados" para las matemáticas son los abogados del mañana. Ellos serán los que el día de mañana intenten justificar sus pretensiones o sus fallos, a partir de argumentos retóricos, porque no podrán dominar nunca la lógica del algoritmo, que es la lógica de la valoración de la prueba, que es la lógica de la argumentación. Para hablar basura y que le crean a uno, para eso no es la facultad de derecho, y para eso no son los procedimientos orales.
Imagen tomada de: www.fotolog.com
El patrimonio de ninguna persona está a salvo, la libertad de ninguna persona está garantizada, cuando tenemos tanto abogado, tan poco caso, y jueces tan desastrosos como los que nos ofrece este país. El problema ya no es que los abogados buenos no lleguen a los buenos cargos de la justicia, el problema es que con tanto abogado malo pululando en todo el sistema, el sistema no puede, en ningún caso, ser un sistema justo. Dos abogados buenos mas un juez malo, probablemente dará una sentencia mala. Un abogado bueno con un juez bueno, y una contraparte nefasta, no garantiza que la sentencia sea justa. Dos abogados malos y un juez bueno hace que lo que de allí salga es porque el juez intentó administrar justicia material.
¿Cuántos abogados buenos y malos hay en el país? No lo sabe nadie, porque los abogados no son evaluados, y los funcionarios, tampoco. El único indicador que existe son los exámenes que se imparten en concursos para ciertos cargos. En esos concursos no están todos, y normalmente las preguntas no están bien. Más aún, una vez nombrados, a esos funcionarios (buenos o malos) no los saca nadie de allí. Es lo más cercano a los cargos hereditarios que existe en una democracia.
Sólamente le pido a la vida que este S.O.S., este llamado a que algo o alguien puede frenar esta debacle, llegue a oídos sensatos. Cuando me refiero a sensatos, me refiero a oídos que no razonen de la siguiente manera:
Premisa 1: La justicia está mal.Premisa 2: Los jueces son malos porque tienen funciones nominadoras. Conclusión: Hay que eliminar las funciones nominadoras de los jueces, para que la justicia mejore.
Ridículo, ¿verdad? Sin embargo, las últimas "intentonas" de reformas a la justicia se han basado mayoritariamente en ese tipo de razonamiento. Y mientras tanto, en gran medida, su libertad y su patrimonio, siguen a merced de los que en el colegio no supieron sumar...