Ha salido ya la revista de moda infantil PetitStyle en la que escribo. En el número de otoño os hablo de mi experiencia con el coaching familiar que tuvimos hace algunos meses y os describo el proceso paso a paso. También podéis leerlo hoy aquí. La pregunta del titular es clave ¿Sabéis marcar limites? Estoy convencida de que haciéndola a todos los padres, la respuesta sería siempre SÍ. De hecho no solo estoy convencida sino que la he formulado a raíz de la experiencia que hemos tenido en casa. Nadie me ha dicho ‘soy consciente de que lo hago mal y de que mi hijo es un maleducado’. Los maleducados son siempre los de los demás.
Os lo explicaba en este artículo sobre desobediencia infantil. Siempre ves los males ajenos pero cuesta mucho mirarse al espejo y reconocerse en él. Cuando hay un niño nervioso a nuestro alrededor, que contesta a los mayores, que no hace caso, que se vuelve agresivo si se le riñe, que responde con ansiedad cuando oye un ‘no’, que no sabe esperar, inseguro y sin autoestima (dependiente de adquisiciones materiales), detrás hay unos padres que seguramente no han sido conscientes de los límites que le ponían (si es que creían ponerlos). Lo he vivido hace poco con unos padres y su hija de cinco años. Todo el mundo se echa las manos a la cabeza y ellos se sientan tan tranquilos. Le van diciendo cosas con afecto, desde la lejanía, a veces gritando, a veces castigando pero sin autoridad para ella. Resultado: una falta de respeto total hacia ellos y hacia los demás. Yo no soy nadie para juzgarles, yo misma estoy aprendiendo, a base de observación y un proceso muy reflexivo. Yo misma a veces me pierdo y echo manos de los apuntes de mi coaching familiar que aquí os describo paso a paso.
En mi primer artículo os contaba que estaba aprendiendo mucho de la psicoterapia y reeducación que estaba impartiendo Agustín Segre, un pico-pedagogo y terapeuta, en mi ámbito cercano. Él ve a miles de familias en sus casas, porque es en el entorno más cercano en el que uno se muestra tal como es. Él ve rápidamente las consecuencias de sus comportamientos, actúa con convicción y explica los resultados con claridad.
¿Sabéis cuántas familias conozco que le gritan a sus hijos? ¿Sabéis cuántos de estos les pegan? Sí, sí, parece un tema tabú pero la gente sigue dando cachetes y cachetones cuando pierde la paciencia, a menudo demasiado rápido. Por eso, si estáis en esta situación, si no sois capaces de verlo pero sospecháis que algo no va bien os aconsejo probéis el coaching familiar de Agustín Segre.
¿Cómo se lo digo?
No sabemos decir las cosas, las decimos a gritos, o demasiadas veces o con un exceso de explicaciones y negociaciones. Agustín nos ha enseñado, además de a establecer rutinas para dar seguridad, a avanzar la información (qué haremos ahora y qué vendrá después). Nos ha enseñado en momentos puntuales a transmitir la información con la mayor exactitud posible para que los niños entiendan qué queremos que hagan. Convenciéndolos de manera firme, señalando siempre hacia su comportamiento y no hacia el niño, ofreciéndoles alternativas y presentando opciones dentro de la misma situación. Porque poner límites necesita de nuestro control emocional y las órdenes deben ser siempre expresadas en positivo.
Después del cómo viene el ¿Qué le digo? Para ello Agustín recomienda ir hacia donde esté el pequeño (no gritarle desde la otra punta), ponernos a su altura, mirarle a los ojos y darle la instrucción una sola vez. Pedirle que haga las cosas y darle la opción de ayudarlo y, sobre todo, no iniciar otra actividad hasta que no haya concluido la orden dada. No es el momento de negociar normas ni justificar aptitudes. No perdáis la serenidad ni la seriedad del momento, no descalifiquéis al niño o niña para obligarlo a cumplir la orden.
¿Y si no la cumple? Nos retiramos y le damos un tiempo de reflexión. Pasado éste nos aproximamos y le explicamos las consecuencias de no cumplir la orden. Aquí yo siempre me he perdido ¿Sabéis por qué? Por las prisas, por querer decir demasiado rápido ‘si no haces esto te pasará aquello’ (y el aquello no se me ocurre con los nervios). Necesitáis ese tiempo de reflexión pausado.
¿Y si la cumple? Pues aquí es cuando debéis mostrar satisfacción y orgullo. Decirles que sois conscientes del esfuerzo que han hecho y recompensarles con un beso o un abrazo. Hay que reforzar las conductas positivas, los buenos comportamientos. A veces prestamos más atención al que se porta mal que al que se porta bien.
Premios y castigos
Todos queremos tener hijos responsables que por sí mismos sean capaces de hacer las cosas, pero la realidad es que sin premios o castigos esto a veces no sucede. Tenedlo en cuenta. Nos lo contó Agustín Segre. Yo no estaba convencida. Las recompensas tienen que ser siempre inmediatas y no tienen por qué ser materiales, sino proporcionales a lo que se ha hecho bien. Las sanciones nunca deben ser físicas o psíquicas (ofensivas para el menor), se trata de quitarles algo positivo, algo que les guste, hacerles pensar o simplemente no prestarles atención hasta que no hagan las cosas bien.
Nuestros hijos son muy sabios pero dependen de nosotros. Su autoestima depende de nuestra actitud y, a veces, no nos damos cuenta o no queremos verlo. Si tenéis algún niño o niña que quiere salirse siempre con la suya, que no aprende, que saca malas notas, que se pone muy nervioso, que no os obedece, que está en su mundo y tiene un carácter muy difícil, que tiene celos y conductas agresivas, que le cuesta dormir solo o incluso vive con un perpetua inseguridad (se ríen de mi en el cole) os recomiendo os pongáis en manos de un coach familiar como Agustín.
Esta terapia sistémica, cognitiva y conductual os ayudará a educar a vuestros hijos con el fin de corregir sus problemas de conducta y/o aprendizaje. Es un proceso que dura unos dos meses (a veces más ya que cada familia es un mundo). Pensad que modificar los estilos educativos de los padres es una tarea complicada pero se consiguen cambios rápidos y efectivos si estáis abiertos, disponibles e incluso vulnerables. Esto lo aprendí en otro coaching personal que hice y del que os hablaré otro día. El coaching familiar trabaja el afecto, la comunicación, los límites y el tiempo.
¿Se puede reeducar?
La respuesta es sí, si sois constantes y colaboráis como familia. Recibiréis sesiones semanales o quincenales en función de vuestra agenda y la del coach. Son sesiones de unos 50 minutos de media. Agustín además nos proporcionó material específico al iniciar y terminar el proceso de coaching, libros y calendarios de nuevas rutinas.
Para los que estéis interesados os cuento que recibiréis sesiones de observación de las dinámicas y rutinas familiares, de la interacción entre los miembros de la familia, incluidos los abuelos. El coach hablará con ellos y recibiréis primeras pautas. Luego vienen las sesiones con vosotros los padres. Son reuniones de feed-back en las que se realiza un diagnóstico de la situación, se determinan puntos fuertes y débiles de cada miembro, se establecen nuevas normas y se provee de material específico a través de una ‘Magic box’ que a todos os hará mucha ilusión. Pasada esta fase, el coach realiza sesiones de intervención en las que realiza un asesoramiento específico, establece nuevas pautas y hace un seguimiento del menor. La sesión final incluye una valoración de la situación a la que se ha llegado, propuesta de nuevos cambios si son necesarios y, finalmente, un plan de asistencia durante 6 meses con asistencia telefónica las 24 horas, coaching vía mail o seguimiento en el centro escolar. Todo a la medida de cada niño y de cada familia.
Os aseguro que os cambiará la vida. Podéis contactar a Agustín al: 685180043.