Coaching y la comunicación:
3ª parte de “La diferencia entre mediocres y ganadores”
En Coaching, ¿qué diferencia a ganadores de mediocres y perdedores?
Durante estos artículos estoy explicando la importancia de la comunicación a la hora de tener éxito, lograr lo que de verdad quieres, alcanzar tus metas, o como lo quieras llamar tú. En Coaching, al igual que en psicología, filosofía e incluso, neurociencia, aprendemos que el inconsciente es la parte más activa de nuestro cerebro en realidad, y que estamos incesantemente diciéndonos cosas a nosotros mismos (menos cuando dormimos, ¡solo faltaba!)
En mi artículo anterior explicaba cómo las cosas que “nos pasan” no tienen un significado hasta que nosotros mismos se lo damos. A esta acción yo la llamo ETIQUETADO. Según nuestras experiencias, recuerdos, creencias… pasadas, asignamos un significado a todo. Pero, ¿y qué hay de las opiniones, juicios y creencias de los demás? ¿Cómo afectan, si es el caso, a NUESTRAS experiencias y nuestra labor de etiquetado?
Y ¿qué ideas, pensamientos, creencias etc., adquirimos a lo largo de la infancia? ¿De dónde las sacamos? ¿Cómo llegan hasta ahí? ¿Por ciencia infusa?
Solemos decir que somos personas de pensamiento independiente y que no nos dejamos influir por lo que nos dicen y lo que oímos por ahí. Que para eso tenemos un cerebro, para pensar. ¿Cierto? Pues bien, en realidad, es precisamente todo lo contrario, en la mayoría de los casos. Pensamos y estamos convencidos de que no nos dejamos sugestionar tan fácilmente, pero I´VE GOT NEWS FOR YOU: nuestro cerebro esta plagado de opiniones, juicios y creencias DE OTROS.
“Queeeeee?” Sip, porque nuestra mente, como decían, no sólo John Locke sino Aristóteles, la epistemología, etc., nuestra mente es como una tabula rasa, una pizarra en blanco, cuando llegamos a este mundo. Y ¿qué ideas, pensamientos, creencias etc., adquirimos a lo largo de la infancia? ¿De dónde las sacamos? ¿Cómo llegan hasta ahí? ¿Por ciencia infusa? ¿Conexión directa con dios? ¿Con el universo? ¿Generación espontánea? ¿Inoculación? Esto último, deja que te diga, es lo que más se aproxima a la respuesta.
Y ya si eso, después, utilizamos, unos menos que otros, nuestra facultad de discernir… En esencia, nuestra mente es un gran compendio de ideas de otros implantadas en nuestro cerebro
En efecto, vamos adquiriendo las ideas que nos machacan de pequeños, las que nos machacan y las que nos machacan menos, pero de algún modo, nos impresionan: se quedan marcadas en el cerebro (ya sea en el límbico o en el córtex), hasta llegar al extremo que creer que forman parte de nuestra identidad… (ay,… alma de cántaro…). Y “ya, si eso”, después, utilizamos, unos menos que otros, nuestra facultad de discernir lo que “nos conviene” o “nos convence” de lo que no. Pero en esencia, nuestra mente es un gran compendio – ÚNICO, eso sí – de ideas de otros, implantadas en nuestro cerebro. A medida que vamos creciendo, y repito, unos más y otros menos, elegimos qué ideas se acercan más a “nosotros”, de tal forma que, esto ya es hipótesis mía, cuantos menos conocimientos tenemos, menos capaces somos de discernir, de elegir, de establecer relaciones entre esas ideas que nos proporcionen esas ideas que llamaríamos de verdad “propias”. Cuanta más gente de distintos backgrounds conocemos, igualmente, más enriqueceremos también nuestra mente (y nuestro corazón) porque escucharemos diferentes opiniones, o ETIQUETAS sobre las cosas.
Al final, me he enrollado un poco demasiado quizá en todo lo anterior, por lo que te voy a dejar que lo maceres en lugar de seguir con lo que tenía pensado. No quiero abrumar con demasiada información, que luego no se absorbe y lo peor, aburre. De modo que en el siguiente “capítulo”, me centro, ya de verdad, en lo que nos enseña, entonces, nuestro entorno. Ah! Todo esto que te he contado, no es coaching. O no solo coaching. Es ciencia.
Te espero en el próximo post ¿Te apuntas? Puedes hacerlo en el formulario.
First NameLast NameEmail*