Si nos preguntáramos cual es el elemento clave, capaz de desarrollar y mantener el potencial de crecimiento de una organización en estos tiempos globalizados y de cambios acelerados, por donde tendríamos que buscarlo? Por el lado de la tecnología, el capital, la información?¿O habría que orientarse en otros caminos?
Según las últimas búsquedas (Executive Search) encaradas por las agencias encargadas de reclutar ejecutivos para cubrir cargos relevantes, éstas estarían orientadas hacia el factor talento.
El centro de la mira estaría puesto en esta habilidad humana así de vieja, así de imprescindible y también, así de escasa.
¿Que se entiende por talento cuando nos referimos a lo empresarial u organizacional? Se refiere al exhaustivo conocimiento técnico del puesto a cubrir? Sí, claro. Implicaría la sagacidad de disponer de pensamiento estratégico? Sin duda que sí.
Pero el concepto de talento empresarial va mas allá, es necesario sumar a lo dicho en el párrafo anterior una diferencia que se hace crucial, a la hora de los resultados.
Esa diferencia, contiene los siguientes aspectos:
- capacidad de entusiasmarse con la tarea
- concepción trascendente del rol laboral
- foco puesto en la productividad
- promoción del trabajo en equipo, piedra fundamental de la corporación.
Trabajo en equipo-la piedra fundamental
Hoy, más que nunca, en las corporaciones el individualismo ha cedido paso (por absoluta necesidad) a prácticas interpersonales de colaboración. Si se reflexiona, las ideas transitan de mente en mente y al sufrir diferentes procesamientos, la innovación nunca tiene un grado de pureza tal, que algo pueda pensarse producto de una originalidad única. Ni aún los grandes descubrimientos e inventos de la ciencia y de la técnica partieron de cero.
Uno de los aspectos del talento empresarial, sería entonces, la capacidad de colaboración. El poder pensarse dentro de una red humana, persiguiendo una visión común.
Las personas que pueden posicionarse dentro de una corporación actuando un rol colaborador, son poseedoras de una habilidad muy nombrada últimamente: la inteligencia emocional y su derivado, la inteligencia social.
Con gran pericia intuitiva son capaces de interpretar acertadamente el contexto humano desde donde actúan , captar rápidamente la ubicación de la cultura organizacional en juego, y desde allí, generar la aglutinación necesaria para el logro de la masa crítica que posibilite el alineamiento que requiere toda visión empresarial.
Su inteligencia emocional, a la vez, tiene un punto de partida, llave de la interacción humana: la capacidad de escuchar al otro. Esa habilidad se les ha transformado en un valor en sí mismo.
La capacidad de escuchar:
Como se logra escuchar al otro?. Haciendo un pequeño o gran esfuerzo. Corriéndose de sí mismo, postergando la catarata de palabras que inevitablemente llegan a la boca cuando se escucha algo que no se esperaba escuchar, sea una disidencia, una idea nueva, o cualquier otra cosa que impacte desfavorablemente en los oídos.
En cuanto el interlocutor que se tiene enfrente registra esta escucha, se siente reconocido en su decir, abre un espacio mental a la conversación y el diálogo cambia, la comunicación comienza a fluir por canales diferentes, instalándose entonces la primera condición necesaria para el trabajo en equipo: conversaciones aptas para la coordinación de acciones, capaces de transformar en realidad las ideas, ahorrando otro recurso faltante, el tiempo.
Si lo anterior se transforma en una particularidad del equipo, se obtiene la identidad grupal, cemento interpersonal de un equipo de alta competencia.
Un pequeño esquema ayuda a comprender como se encadenan los conceptos dichos:
Colaboración- inteligencia emocional- capacidad de escucha – equipos de alta
Competencia- organización inteligente -mejores resultados.
La organización como red de conversaciones:
La literatura del nuevo management concibe las organizaciones como redes de conversaciones. En ellas tenemos las referentes a coordinación de acciones, negociaciones, resolución de conflictos y todas las imaginables.
Cuanto mas talentosas resulten las comunicaciones (en cuanto al concepto de talento anteriormente explicado) mas exitoso será el destino organizacional pensado en términos de resultados.
Si bien es cierto que la aptitud de escucha, la colaboración y el concepto de trabajo en equipo pueden cultivarse y desarrollarse en todo el personal (en definitiva es parte del aprendizaje organizacional) existen individuos que parecería que trajeran esa habilidad social inscripta en sus cromosomas y solo tendrían que desarrollarla y perfeccionarla, cosa que hacen con gusto, dedicándole tiempo y esfuerzo. Comprenden que no están exentos de errores y que la cuestión es aprender continuamente .Aceptan (les lleva un tiempo) que la perfección solo está reservada a los dioses y luego buscan la excelencia., que es diferente y se obtiene con formación.
El diccionario nos dice sobre el talento:”conjunto de dones naturales”.
Si esta virtud es cultivada en el camino del auto-conocimiento y el liderazgo, tendremos habilidades extraordinarias en un ejecutivo que harán esa diferencia de la cual hablábamos. Sumada a su espíritu emprendedor, sentido de la trascendencia, habilidades técnicas y dominio del pensamiento estratégico, tendremos las personas buscadas.
Como líderes serán capaces de guiar a grupos e individuos, ser artífices de creatividad corporativa e inspiradores de liderazgo personal en cada persona con la cual se relacionan.
Como se puede apreciar no es fácil el hallazgo, el talento concebido de tal manera constituye un bien necesario, escaso…pero no imposible.