Coaching y liderazgo son dos términos que están de moda, a pesar de tratarse de conceptos con significado tan variado y difuso que prácticamente no dicen nada. A pesar de ello, sí parece haber un cierto consenso, y eso es lo importante, en que a) las organizaciones en las que se dice que existe un buen liderazgo funcionan mejor que las que no y b) el coaching ayuda al desarrollo del liderazgo.
Para mí, coaching y liderazgo están estrechamente relacionados, ya que entiendo que liderazgo es la capacidad de actuar para realizar una visión acorde con un propósito y que el coaching es el conjunto de técnicas que mejor ayuda a desarrollar y potenciar esa capacidad.
Se habla mucho de liderazgo y se lamenta su escasez, obviando que las condiciones del entorno distan mucho de ser las mejores posibles para que dicho liderazgo se desarrolle. Nuestras organizaciones, no sólo empresariales sino de cualquier tipo (administrativas, militares, religiosas…) y nuestros sistemas educativo y formativo penalizan el liderazgo en la medida que priman la conformidad en detrimento del sentido crítico, requisito indispensable de cualquier líder.
Son estructuras basadas en el modelo de administración burocrático, un modelo que a día de hoy se evidencia como marcadamente ineficiente y costoso, por insuficiente e incapaz de dar respuesta a las necesidades actuales. El liderazgo escasea porque estas estructuras no necesitan líderes sino gestores y administradores que sigan haciendo girar el engranaje sin cuestionar[se] las cosas. Son estructuras basadas en el poder, no en el mérito, oligocracias en lugar de meritocracias.
En este entorno, los comportamientos que se ven reforzados no son los asociados al liderazgo sino a la sumisión. Estas estructuras burocráticas han resultado ser muy eficaces hasta hace relativamente poco; son las que han permitido un desarrollo económico y social sin precedentes en la Historia de la Humanidad pero ahora se han convertido en el principal obstáculo para la necesaria evolución y adaptación a la nueva realidad. Son estructuras de poder que persisten y luchan por sobrevivir porque se han convertido en un fin en sí mismas, ajenas a la finalidad original con que fueron creadas.
Eran estructuras que funcionaban cuando el ritmo de cambio era aún tan lento como lo eran ellas mismas para asimilarlo. Pero ahora todo ha cambiado. La solidez de estas organizaciones ha dejado de ser uno de sus activos para convertirse en su principal enemigo. El cambio se produce a una velocidad vertiginosa y las organizaciones son incapaces de seguir el ritmo.
Vivimos en tiempos líquidos y las organizaciones deben adaptarse a ellos o desaparecerán. El liderazgo no se aprende ni se enseña. Tampoco es privilegio de unos pocos. Todas las personas son capaces de aflorar su liderazgo si se crean las condiciones para ello.
En tiempos líquidos conocer las respuestas ya no sirve de nada, no solo porque las respuestas caducan cada vez antes sino porque lo importante ahora son las preguntas. Las organizaciones, para sobrevivir, deben aprovechar al máximo el potencial de las personas que trabajan en ellas. No se trata de manipular ni de influir, sino de compartir un propósito y una visión.
El coaching ha llegado para eso. Es preciso dejar atrás las fórmulas magistrales y las verdades absolutas y aprender a abordar los temas desde lo deseable y no solo desde lo necesario. Para aprender a sobrevivir en tiempos líquidos hay primero que desaprender y para ello hay que cuestionarse las creencias que damos por hechos ciertos.
Las personas deben dejar de buscar fuera las respuestas y las soluciones a sus problemas y en su lugar aprender a buscar dentro de sí mismas, que es dónde van a encontrar los recursos y la motivación que necesitan para resolverlos. Pero necesitan también libertad para decidir y para hacer y eso debe proporcionarlo la organización.
El coaching ayuda a identificar el propósito, la visión, los valores, las oportunidades y los recursos y también ayuda a superar los miedos. Los propios y los de la organización.
Pero el liderazgo en tiempos líquidos no se concibe asociado a una persona que conduce al resto en la dirección adecuada. El liderazgo en tiempo líquidos es un liderazgo compartido, al que todos contribuyen, y que empieza ejerciéndose en primera persona.
Este artículo, Coaching para el Liderazgo en Tiempos Líquidos, escrito por José Miguel Bolívar y publicado originalmente en Optima Infinito, está licenciado para su uso bajo una Licencia Creative Commons 3.0 España.Muchas gracias por suscribirte a Optima Infinito.
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