Revista Coaching

Coaching Personal: El Lugar de la Espera

Por Coach2coach @Esther_Roche

La fina línea que separa a un Emprendedor de un Soñador. ¿Cómo ayuda el Coaching Personal? En mi artículo de TodoStartups hablo de esa fina línea que separa a una persona que va a por aquello que desea y las que piensan en aquello que desean. Que quede claro, no tengo absolutamente nada en contra de los soñadores, lo fui durante mucho tiempo… hasta que desperté. Fue entonces cuando me di cuenta de que soñar sin más era muy bonito, era como tener experiencias en un mundo fantástico, paralelo a la realidad, pero que no me llevaba a ningún sitio cercano a ese lugar en el que quería estar. Hasta entonces soñadora, había pasado por la vida ilusionada unas veces, otras cabreada, otras descorazonada, pero siempre un tanto adormecida, aletargada y esperando… siempre esperando… Lo que me dio la clave para espabilar (o despabilar, como queráis) fue una sola palabra: ACCIÓN. Esa es la diferencia entre Soñar y Emprender. Y el Coaching Personal te ayuda a salvar esas diferencias.

Emprender
El soñador piensa, repiensa, estimula su cerebro con ideas, creaciones, reflexiona, imagina. Es todo tan IDEAL! En efecto, es ideal: del mundo de las ideas. Cuando el soñador actúa, se convierte en emprendedor. Y repito, como tantas veces lo hago, que cuando hablo de emprender, emprendedor o emprendimiento, no sólo me refiero a negocios o actividades profesionales, sino a todo. Porque podemos emprender cada día, en todo lo que hacemos, simplemente dejando de soñar, despertando, tomando las riendas de nuestra vida: actuando.

EL LUGAR DE LA ESPERA, por Esther Roche

Veo mucha gente esperando.

En un lugar inexistente y

sin embargo tan común

como demasiado poblado.

El lugar de la espera.

Es un lugar que no está mal.

No está lleno de aflicción ni dolor.

Solo repleto de mediocridad.

Es un lugar para gente que solo espera.

Espera al metro,

o un tren que pasa

a las siete y treinta y tres.

Espera fin de mes.

Es un lugar que no es tenebroso.

Tampoco lleno de luz, es gris perla,

y colmado de normalidad.

Es un lugar para gente que solo espera.

Espera un viaje,

el ansiado crucero

de ese mes de verano.

Espera por un puerto.

Es un lugar que no es agotador.

No exige demasiado, es tranquilo

y abarrotado de pasividad.

Es un lugar para gente que solo espera.

Espera a José,

u otro amor que llegue

a tocar en su ventana.

Esperará a mañana.

Es un lugar que no es repugnante.

¡Al contrario, qué va!

Es el colmo de la comodidad.

Es un lugar para gente que solo espera.

Espera el rumor

que la vecina del quinto

le cuenta a diario.

Espera abrir el armario.

La gente que espera siempre espera.

El color. Un querer. Una venta.

Espera una señal, el momento idóneo,

Una noche, una escalera.

Una avión, una ráfaga de viento,

Esperan el viernes, el correo, al día treinta.

Que un pez pique, la lluvia que llueva.

A la situación, que cambie; un aliento.

Un avión, el súper, la gasolinera.

Una llamada, una entrevista,

una blusa nueva.

Esperan un adelanto, un descanso.

Que hierva el agua en la cazuela.

Todo el mundo espera, sin más.

Exentos de curiosidad.

Esperan a Juan, un sí, un no,

a María.

Que arreglen la gotera.

En una sala de espera.

Que pase este día.

Las rebajas, un minuto libre, otra oportunidad.

Hay quienes solo esperan

algo de afecto, una sonrisa

o un poco de amabilidad.

No. No es un lugar tenebroso.

El lugar de la espera

es de lo más normal.

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